SEGRE

PATRIMONIO CENTRO HISTÓRICO

El oratorio dels Dolors cierra sus puertas por la proliferación de hurtos y actos incívicos

Sus responsables culpan a toxicómanos, dicen que les amenazan y que se drogan y defecan en el templo, que solo abrirá cuando haya misa

“No se clausuró ni por la guerra y ahora lo hacemos por seguridad”

Fins ara, l’oratori de Nostra Senyora dels Dolors estava obert al públic durant el dia.

Hasta ahora, el oratorio de Nostra Senyora dels Dolors estaba abierto al público durante el día. - MAGDALENA ALTISENT

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El oratorio de Nostra Senyora dels Dolors de la calle Cavallers cerró ayer sus puertas de forma permanente y haste septiembre solo abrirá al público los días que celebre misa, que suelen ser los viernes por la tarde. El motivo de esta decisión es que el templo sufre, de forma casi diaria y desde hace más de un año, robos y actos de vandalismo de todo tipo por parte de personas toxicómanas, según explica Jordi Díaz, el sacristán que gestiona este oratorio, uno de los más icónicos de la ciudad. “Llevamos un año en una situación lamentable, primero los toxicómanos solo accedían para drogarse en la entrada del templo y más tarde ya lo hacían sentados en los bancos o en las esquinas, dejando tras de sí jeringuillas y rastros de sangre y cuando se lo recriminabas te amenazaban e insultaban”, afirma. Una situación que Díaz y la encargada de abrir y cerrar el templo viven desde hace meses, ya que “como el templo estaba abierto para poder visitarlo, no había ningún control y alguna vez he visto a toxicómanos robando las velas encendidas que dejan los fieles para utilizarlas para drogarse, e incluso hace unas semanas e intentaron arrancar el micro y el cable de audio y robar las prendas que lleva la Virgen”.

Pero la gota que colmó el vaso llegó la semana pasada, “cuando descubrí que habían defecado en varias zonas del templo, desde las esquinas hasta el altar, y comunicamos a la junta de la congregación que la situación era ya insostenible y hemos tomado la dolorosa decisión de cerrar”, lamenta el sacristán. “La iglesia no cerró ni durante la Guerra Civil, pero ahora debemos hacerlo por los toxicómanos y por nuestra propia seguridad, porque tenemos miedo, normalmente estamos una o dos personas cada día y puede entrar cualquiera a hacer lo que sea, no me siento seguro”, lamenta Díaz, que recuerda que tampoco tienen recursos económicos para reforzar la seguridad. Sobre si han avisado de estos hechos a la Guardia Urbana, apunta que “llamamos siempre, pero dicen que no pueden hacer nada si no pillan in fraganti a los incívicos y tampoco se los ve mucho, la degradación que ha sufrido el Centro Histórico en un año ha sido clamorosa”.

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