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LLEIDA/CASPE

Dos vecinos de Lleida víctimas de una secta relatan la extorsión de su líder

Una de ellos explica ante el juez que le dio 85.000 euros de un piso y dos préstamos

La Guàrdia Civil, al juny a la finca del líder de la secta a Escatrón.

La Guardia Civil, en junio en la finca del líder de la secta en Escatrón. - GUARDIA CIVIL

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Dos vecinos de Lleida que fueron captados por la secta Evol declararon el martes ante el juzgado de Caspe (Zaragoza) que su líder les amenazó y les extorsionaba, según Heraldo de Aragón

El investigado es IgorP., de 46 años, que fue detenido el pasado junio por la Guardia Civil en la localidad zaragozana de Escatrón como presunto autor de delitos de asociación ilícita, estafa, amenazas, coacciones y lesiones. Junto a él –que es encuentra en prisión provisional– fueron arrestadas su madre, su pareja y una amiga por asociación ilícita, como ya informó este periódico. Varias víctimas fueron captadas en cursos que tuvieron lugar en Lleida en el año 2019.

Los dos leridanos declararon que el gurú les sometía a chantajes aprovechándose de su vulnerabilidad emocional. Así, uno de ellos confirmó que le prestó 60.000 euros de la venta de un piso y que pidió para él dos préstamos que sumaban 25.000 euros pero que el investigado nunca se los reintegró. La otra víctima explicó que le hizo varias entregas. También señalaron que a las mujeres del grupo que no seguían las directrices, el investigado las sometía a agresiones físicas y verbales. 

El gurú, de 46 años, describía el mundo como un lugar hostil y, según la Guardia Civil, sostenía que se acabaría en 2027. Consiguió captar a más de 40 personas que, según los investigadores, fueron manipuladas y engañadas para lograr un beneficio económico. 

Evol tenía su sede en una finca de Escatrón, donde su líder reforzaba su mensaje a los miembros captados de que no debían de tener contacto con el mundo exterior porque estaba “corrupto” y “enfermo”. 

Los investigadores constataron que Igor P., bajo una apariencia legal, captaba a sus víctimas a talleres y retiros espirituales de autoconocimiento y crecimiento personal donde los asistentes eran sometidos a un proceso de manipulación mental para que rompieran todas sus relaciones externas. Así, conseguía aportaciones económicas, con las que no solo mejoraban las instalaciones de la finca, sino que les permitía organizar nuevos talleres para captar a más adeptos. 

También utilizaba la violencia y las vejaciones para castigar cualquier intento de contactar con el exterior, que llevaba a cabo delante del resto de integrantes del grupo para atemorizar y ejercer finalmente un control absoluto sobre todos los miembros captados.

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