Alumnos aprenden física y química buceando

Aprender el principio de Arquímedes y la ley de Boyle-Mariotte, así como teorías físicas y fórmulas químicas, puede ser una labor costosa y poco atractiva, pero un profesor ha hallado una manera de enseñar estos conceptos de una forma amena, original y en un lugar perfecto para esta época del año: formarse sobre física y química haciendo inmersiones en una piscina. Un sistema que ha ideado el ingeniero agrónomo, doctor en Veterinaria y profesor de Secundaria Josep Manent, en colaboración con la empresa Udive Artquàtic, y la pasada semana llevaron a cabo las primeras clases en las instalaciones de INEFC con 14 personas: siete niños y siete adultos.

“Cuando empecé como profesor me di cuenta de la dificultad que comportaba que los alumnos sintieran interés o atracción por la física y la química y para hacerla más atractiva lo relacionaba con conceptos como el fútbol, pero tras la publicación de los últimos resultados PISA decidimos con Udive Artquàtic iniciar este proyecto, en el que mezclamos el aprendizaje de conceptos teóricos de física y química con clases de submarinismo”, explica Manent. 

Las sesiones se estructuran en dos partes, una más teórica en la que se introducen los conceptos de estas materias y otra en la que se practica la inmersión. Según detalló Quim Abadia, responsable de Udive Artquàtic, “en las primeras sesiones se hicieron dos inmersiones con equipos de buzo, la primera para comprender el medio en el que estaban y los cambios que experimenta el cuerpo y el entorno al sumergirse, mientras que la segunda era para disfrutar en familia de esta experiencia y ver bajo el agua algunos de los conceptos aprendidos en la primera sesión”. 

Para Manent, “la clave es buscar algo que les guste a los alumnos para que presten atención y en este caso hemos escogido la película de Pixar Elemental, a modo de introducción al mundo de la física y la química, porque es un filme que explica muy bien los estados de la materia y sus diferentes composiciones, así como las reacciones químicas que se generan cuando los elementos entran en contacto”. Y si además de explicar estos conceptos los “viven” sumergiéndose en una piscina, el aprendizaje acaba resultando mucho más ameno que las clases convencionales.

“Las dos primeras clases que hemos hecho costaban setenta euros por pareja y un aspecto positivo de esta actividad es que es conjunta para padres e hijos, lo que hace que los dos aprendan, se diviertan y se relacionen”, señala el profesor, que recuerda que “de hecho, en la primera clase los padres reconocieron que se sorprendieron con la soltura y curiosidad de los niños, que no paraban de preguntar y plantear experimentos”. 

Debido a esta buena acogida, tanto Manent como Abadia quieren que esta iniciativa vaya más allá, “por lo que muy probablemente llevaremos a cabo más sesiones de este tipo en las próximas semanas, e incluso estamos pensando en ampliarlo a más campos de estudio para ofrecer una nueva metodología de aprendizaje con esta divertida experiencia”.