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La escritora Montse Sanjuan: «En estas piscinas aprendimos a nadar»

Sanjuan, de petita, en un tobogan de les piscines

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“Mi padre tenía una academia y durante las vacaciones nos llevaba a mis hermanos a mí y a mi madre a Les Basses antes de ir a trabajar. A veces íbamos en autobús, que cogíamos delante de Sanidad. Mi madre se llevaba la comida y pasábamos el día. A veces venía mi padre a comer o nos recogía al acabar de trabajar. Allí aprendimos a nadar. Recuerdo que mi hermano aprendió a bucear en la piscina infantil. La del puente era la que más nos gustaba y a la de mujeres a veces iba con una tía soltera. Era en los sesenta, pero con los años cambió y se abrió a todos. A la que llamábamos olímpica, que era muy honda, solo iba acompañada de mi padre, que nos vigilaba cuando nos tirábamos del trampolín. Me acuerdo de las casetas en las que te cambiabas, llamabas en una ventanita y una mujer se asomaba, le dabas la ropa y te daba una chapa, que tenías que guardar para recogerla después. Estaban llenísimas, y por eso nosotros no íbamos los sábados ni los domingos. Esos días íbamos en un Seat 600 a la playa, pero mi padre siempre quería ir primero unos días a Les Basses para cogercolor, porque decía que aquí el sol era menos fuerte que en la playa y antes nadie se ponía crema solar. Siempre las he añorado. Era un espacio muy chulo y quedaron abandonadas durante muchos años”. La escritora apunta que en un fragmento de su libro “La sergent Anna Grimm” la protagonista investiga asesinatos en serie en Lleida y, mientras circula en coche por la carretera junto a Les Basses, rememora sus recuerdos de infancia en ese parque emblemático.

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