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La cárcel de Lleida destina a la cocina a un recluso condenado por asesinato

Retiró de este espacio a internos con delitos de sangre tras la tragedia de Mas d'Enric

Funcionarios de Ponent se concentraron el pasado 23 de julio a las puertas de la prisión para reclamar más seguridad. - MAGDALENA ALTISENT

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Un interno de Ponent condenado por un homicidio con arma blanca vuelve a trabajar desde de la semana pasada en la cocina del centro y poder tener acceso a cuchillos. En marzo fueron apartados cinco reclusos condenados por delitos de sangre de este espacio para reforzar la seguridad tras el asesinato de una cocinera en la prisión de Mas d'Enric.

La cocina de la cárcel Ponent vuelve a acoger desde el 28 de agosto a un interno que cumple condena por un crimen, según ha podido saber este periódico de fuentes solventes. Cabe recordar que el pasado marzo fueron apartados cinco internos de la cárcel leridana –también se tomó esta medida en otros centros penitenciarios– tras el asesinato de una cocinera en Mas d’Enric, en Tarragona, a manos de un recluso. “Esta decisión resulta controvertida y preocupante, teniendo en cuenta los precedentes”, afirman estas fuentes.

Este interno que está trabajando en la cocina de Ponent sería uno de los cinco que fueron apartados, tres por homicidio y dos por actos violentos. Se trata de un hombre que en 2018 fue condenado en 15 años de prisión por asesinar a un compatriota paquistaní en Barcelona, según las mismas fuentes. Concretamente, agredió a la víctima, que fue trasladada al hospital. Posteriormente, lo apuñaló mortalmente cuando salió del hospital. Se trata de un hombre que ha acumulado varios expedientes en la cárcel leridana, al menos uno por una pelea con otro interno y por tenencia de objetos prohibidos. También se habría mostrado reacio a su rehabilitación y habría rechazado tratamientos. Antes de la cocina, el interno también trabajó en los talleres ocupacionales del centro leridano pero le expulsaron por bajo rendimiento y repetidas faltas de asistencia. Esta nueva situación ha generado preocupación y no ha trascendido el motivo por el que se ha producido. 

En marzo, cuando se produjo la medida de apartar de la cocina a los internos condenados por delitos de sangre, desde el departamento de Justicia señalaron a este diario que, si algún director y la junta de tratamiento han considerado preventivamente que es necesario cambiar de destinación a algunos internos, no hay ningún problema, ya que la prioridad es reforzar la seguridad y la percepción de esta. Añadieron que “son movimientos naturales” en el contexto actual en el que “la prioridad es que internos y trabajadores estén seguros”. Indicaron que esta recolocación va en la línea de la revisión de los criterios para decidir que un interno pueda acceder a la cocina, según anunció la entonces consellera de Justicia, Gemma Ubasart. Ramon Espadaler la ha sustituido en el cargo en el gobierno socialista de Salvador Illa. Tras el crimen de Mas d’Enric, hubo protestas de los funcionarios para pedir más seguridad.

“Solo pedimos regresar vivos a casa”

Un centenar de funcionarios de la cárcel Ponent se concentraron el pasado 23 de julio ante las puertas del centro para reclamar más seguridad. La protesta vino motivada por la agresión sufrida días atrás a una compañera leridana a manos de una reclusa de la cárcel de Mas d’Enric. La agresora intentó asfixiarla y le arrancó varios mechones de pelo al tratar de evitar que se peleara con otra interna. Esta es la última de varias protestas para exigir más seguridad. “Solo pedimos regresar vivos a casa”, aseguraron los funcionarios y los sindicatos, que reclamaron más recursos y volvieron a insistir en que las agresiones en las prisiones no dejan de aumentar, por lo que reclamaron medidas. En la protesta había la imagen de fondo de Núria López, la cocinera asesinada en marzo en Mas d’Enric. Entonces, los concentrados exigieron la dimisión de la consellera de Justicia, Gemma Ubasart –que ha sido cesada por el cambio de gobierno– , y del secretario de Medidas Penales, Amand Calderó. Otra de las cuestiones a la que deberá hacer frente Ramon Espadaler es el futuro de la cárcel leridana y si se someterá a una reforma integral o se optará por la construcción de una nueva en otra ubicación de la actual. El centro penitenciario aúna las antiguas Lleida-1, construida en 1954, y Lleida-2, en 1984.

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