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RELIGIÓN VECINOS

Los tres últimos padres claretianos se despiden de Lleida en su última misa

Los tres padres de la congregación se despiden de Lleida en su última misa. Reciben el Premi Balàfia a su trayectoria de mano de la asociación de vecinos

Recibieron el Premi Balàfia de la mano de la junta vecinal y con la presencia del concejal Xavier Blanco. - AMADO FORROLLA

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Lleida

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“Llegué a Lleida en 1963 y siempre me he sentido muy bien, os echaremos de menos”. Así se despidió de Lleida el padre Josep Vilarrubias, uno de los tres presbíteros de la congregación de los claretianos, ayer tras su última misa en la ciudad. Después de estar en la ciudad durante más de 140 años y más de 50 en Balàfia, la comunidad se va de Lleida por falta de relevo, ya que dos de los tres padres tienen cerca de 90 años. “No habíamos pensado para nada que marcharíamos, pero la vida es así”, replicó el padre Dion Paskalis, que se unió al padre Nemesi Solà en su agradecimiento.

Los vecinos organizaron una despedida en el centro social del barrio, donde la asociación de vecinos de Balàfia entregó la segunda edición del Premi Balàfia a los tres padres para homenajear su trayectoria. La presidenta de la junta vecinal, Jos Farreny, celebró su “capacidad para adaptarse a las nuevas demandas sociales y promover el progreso social del barrio”. Por su parte, portavoces del consejo parroquial les agradecieron el “tener siempre las puertas abiertas y escuchar nuestras necesidades sin juzgar”.

Los propios presbíteros anunciaron su marcha de la ciudad en la misa del pasado domingo 28 de abril, cogiendo por sorpresa a los feligreses hasta el punto que se formó un gran desconcierto. El secretario provincial de los Claretianos, el padre Josep Codina, explicó por carta al consejo parroquial que “somos conscientes de qué supone la decisión para todos, pero es fruto de un largo proceso y entendemos que es la más adecuada para la vida y misión de la provincia”.

En junio, la orden de los claretianos donó al obispado sus dos propiedades en la ciudad: la parroquia y la casa en la que residían los miembros, ambos en la calle Mossèn Pelegrí, en Balàfia. El obispado explicó que la parroquia no cerrará sus puertas y mantendrá su actividad: se seguirán oficiando misas y el centenar de personas implicadas en los diez grupos que forman la congregación no se verán afectados.

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