Josep Maria Llop, arquitecto, urbanista y director de la cátedra Unesco de ciudades intermedias: «Habría que extender la ciudad entre Ciutat Jardí y Gardeny»
¿Cuáles fueron las grandes aportaciones del PGM de 1979?
Una es que concentra el crecimiento urbano de forma compacta. No aprueba la previsión de 20.000 viviendas en la Caparrella, ni urbanizar la carretera de Huesca hasta Les Basses. Y la otra, que dibuja dentro del área urbana equipamientos y zonas verdes. Sin este PGM se hubiera edificado el Clot o no se habría podido reconvertir el antiguo Seminario en la universidad.
¿Cómo surgió la idea de ubicar los juzgados en el Canyeret con un plan especial que recibió el Premio Nacional de Urbanismo?
El PGM decía que el Centro Histórico y el Canyeret necesitaban planes específicos y se hacen a la vez. Dimos prioridad al Canyeret porque tras los derribos de 1969 se desmoronaba. Salió bien porque era un plan que dibujaba muy bien los proyectos y se podían negociar con otra administración. El ayuntamiento hizo el plan y expropió algunas parcelas y le dijo a la Generalitat que hiciera el muro y el ascensor y al Gobierno central, que hiciera los juzgados.
En cambio, los planes para el Barri Antic no lo han regenerado.
Mi autocrítica es que hicimos muy bien el plan y los equipamientos, pero fallamos al creer que la mayoría de casas eran rehabilitables. No ha sido así, la arquitectura de tapia o mixta con ladrillos fue cayéndose porque las familias que vivían allí se fueron a otros barrios. Se hizo bien la urbanización pública de calles, la renovación de edificios de pisos y los equipamientos. Pero duró demasiado y se creó la cultura de que era un gueto y, al contrario que en otras ciudades, las clases medias y altas no han retornado. En 1970 había 15.000 personas; en 1991, 2.500; y ahora, 12.000, pero 10.000 no tienen dinero.
¿Cuál sería la solución?
Construir viviendas y algún apartamento con alquileres asequibles para gente joven y para todo el que lo precise. Necesita años de trabajo y una cooperación entre promotores y administración, con una empresa mixta pública y privada. El ayuntamiento debería gestionar el terreno y ponerlo en la sociedad; el constructor no pagaría por él, haría solo el edificio, por lo que su inversión sería menor, y podría amortizarse con alquileres más bajos. La función del ayuntamiento finaliza diciendo que al que tenga dificultades para pagar le ayuda socialmente, no con el alquiler, que hay que pagarlo y debe ser asequible.
Dirigió el urbanismo de Barcelona entre 1988 y 1991, en plena transformación para los Juegos. Desde entonces parece que hay que organizar grandes eventos para hacer grandes inversiones.
Hay dos fórmulas para transformar la ciudad, una es la de Barcelona y otra, la de Lleida. Los Juegos concentraron la inversión de Estado, Generalitat y ayuntamiento. Las obras vinculadas a los Juegos costaron 80.000 millones de pesetas. Renovar Ciutat Vella, 21.000, y el ayuntamiento invirtió 12.000 en todos los barrios. Esto en solo 4 años. El modelo de Lleida fue la continuidad con un plan. Siurana y el equipo que le apoyaba íbamos haciendo año tras año. El río costó 15 años. Y la política de compra de suelo municipal, cada año, fue muy importante.
Usted fue el responsable del PGM aprobado en 1999, aún en vigor.
Este plan se hace con la obra del río hecha y con la EMU urbanizando y ofreciendo terrenos de alta calidad para edificar en Cappont, Barris Nord y algo en Sucs. El Plan Territorial General de Catalunya de 1995 nos dice que debemos ser más grandes para equilibrar el peso metropolitano. Y Lleida reparte esta idea con los pueblos del entorno y lo medimos bien con la gente de la UdL. Y planifica terrenos para que quepan 160.000 personas. Es un plan muy bien hecho y logra el primer premio de Urbanismo de Catalunya.
¿ Está agotado?
Creo que no. Hay terreno suficiente, pero hay que introducir elementos más modernos, como la lucha contra el cambio climático. También se podría densificar un poco alguna área, por ejemplo en Cappont. Y se debería planificar una extensión de terreno urbano en el oeste, ligando Ciutat Jardí con Gardeny y absorbiendo la Mariola, que pasaría de una posición periférica a otra más céntrica.
¿Ayudaría a regenerar la Mariola?
Sí, al abrazar a la Mariola por detrás no quedaría en un extremo de la ciudad. Me atrevo a decirlo porque creo que no es fácil que ahora se piense que hay que extender más la ciudad, y creo que hay que hacerlo allí.
Dirige la Cátedra Unesco de ciudades intermedias. En Catalunya hay varias, pero Barcelona sigue monopolizando las inversiones.
La cátedra genera conocimiento y propuestas para que las grandes áreas metropolitanas no dominen la urbanización mundial. Hay 503 de más un millón, pero de entre 50.000 y un millón hay 9.000, y los habitantes en poblaciones de menos de un millón son 1,5 veces más. Las grandes áreas urbanas concentran un gran mercado, y esta fuerza de carácter privado del capitalismo arrastra también los presupuestos públicos. Es muy negativo porque perjudica a la mayoría de habitantes del mundo. Ciudades como Lleida, Balaguer o Mollerussa no hemos de aspirar a un modelo metropolitano, sino a compartir cosas, que no es fácil y necesita la modernización de la cultura política. Es una intergobernanza municipal. Deben crear redes de colaboración para atraer más inversión pública, que ahora favorece descaradamente a las grandes ciudades, y más inversión privada.
¿De qué se siente más orgulloso de su etapa al frente de Urbanismo en la Paeria y qué cambiaría?
Muy orgulloso de la política de compra de suelo para urbanizarlo y ofrecerlo a buen precio. Lleida ha sido un modelo extraordinario. Es la EMU hasta 2004. De la negociación con el Estado para que en vez de un canal en el río hiciera un parque que sirviera de canal. De la negociación contra todos para tener el AVE en Lleida: la Generalitat quería ir hacia el aeropuerto, el Estado quería que pasara por el medio de Gardeny, y nos defraudó que no previese como había dicho una plataforma en Rufea-Gardeny que permitiría una futura estación. Y de la planificación del centro histórico, con la autocrítica de que se prolongó demasiado.