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El Hospital Sant Joan de Déu trata a 40 menores al año por abuso de ‘pantallas’

Psicólogos y psiquiatras abogan por acompañarles en su uso, no por prohibirlas

Alumnos de segundo de ESO del instituto Josep Lladonosa de Lleida muestran sus smartphones. - S.ESPÍN

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El uso de smartphones y otros dispositivos digitales está generalizado en la sociedad. Los usamos en el ámbito laboral, educativo, social, de ocio... Pero el problema viene cuando resulta imprescindible ‘funcionar’ sin ellos y nos convertimos en adictos, situación de la que no se salvan los más jóvenes. De hecho, para los adolescentes, que han nacido ya en un mundo digital, tener móvil como muy tarde a los 12 años, cuando comienzan el instituto, es de lo más normal, pese a que existe un movimiento denominado Adolescència Lliure de Mòbils que aboga por no darles el primero hasta los 16 y que propició que la Generalitat elaborara un protocolo para restringir su uso en los centros educativos (aunque en la mayoría de Lleida ya estaban prohibidos). Muchas familias ponen un tiempo límite de uso diario de las ‘pantallas’ a sus hijos, para evitar que se ‘enganchen, pero aún con todo existen casos de abuso. 

En este sentido, el Hospital Sant Joan de Déu de Lleida atiende cada año a unos 40 adolescentes de entre 12 y 17 años que han desarrollado una adicción a las nuevas tecnologías (en 2023 fueron 40 y 39 en 2022, 39. El psicólogo Àlex Palau y la psiquiatra Cristina Jové apuntan que muchas las familias no son conscientes del abuso que hacen sus hijos de esos dispositivos hasta que empiezan los conflictos, como el absentismo escolar, la bajada de notas, aislamiento, discusiones o incluso el robo de tarjetas para comprar ‘aditivos’ para sus juegos. Aseguran que han visto casos de hasta 15 horas delante de las pantallas, pero alertan de que el problema no es solo el tiempo, sino el acceso libre a los contenidos. Asimismo, destacan el peligro que supone por un lado la intolerancia a la frustración que genera la posibilidad de cambiar lo que no les gusta “con un dedo en un segundo” y la velocidad (todo en las redes en inmediato y dura poco). Y por otro, que se creen a pies juntillas todo lo que dicen youtubers e influencers, sin contrastarlo. 

Para superar la adicción a las pantallas, primero las retiran y después de “una cuaresma”, las reintroducen gradualmente. Por ejemplo, abogan por que el ocio digital ocupe un espacio como cualquier otro tipo de ocio, como usar una hora el móvil o jugar a la Playstation, y guardar después los dispositivos. En todo caso, no son partidarios de la prohibición, “porque resulta atractiva” y porque la tecnología es una “herramienta necesaria”, por lo que defienden más “el acompañamiento para su buen uso”. Y para ello aseguran que los adultos deberían tener “la formación necesaria, porque a veces se prohíbe desde el desconocimiento o el miedo”. 

Asimismo, consideran que hasta los 3 o los 6 años la exposición a pantallas debería ser nula o muy limitada, igual que recomienda la Sociedad Catalana de Pediatría (ver cuadro adjunto). Explican que, para los más pequeños, los dispositivos tecnológicos funcionan en muchas ocasiones como “niñeras” y señalan que “es probable” que tengan que crear un grupo para tratar a niños de 6 a 12 años. 

A partir de los 17-18 años, los adolescentes con problemas de abuso de tecnologías son tratados en la unidad de juego patológico y otras adicciones conductuales del Hospital Santa María. No obstante, su responsable, Neus Aymamí, indica que la adicción a pantallas supone menos del 10% del total de pacientes atendidos, que suelen ser especialmente por abuso de videojuegos o redes sociales. Se reconduce su conducta y se intenta implicar a la familia, y tampoco es partidaria de la prohibición de los dispositivos, sino de “acompañarles y enseñarles a hacer un buen uso”, así como de una regulación más estricta de la industria para limitar el acceso a ciertos contenidos. 

En este sentido, la Asociación de Familias de Alumnos de Catalunya (aFFaC) también reclama una normativa mejor y una estrategia política general de sensibilización sobre el uso de ‘pantallas’, aunque hay colectivos que incluso van más allá y consideran necesario que se prohíba por ley el acceso a los smartphones a los menores de 16 años.

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