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Una leridana en silla de ruedas denuncia los problemas de este colectivo para circular por las calles y acceder a tiendas y edificios públicos.

Aspid destaca que se incumple la ley de accesibilidad y el ayuntamiento dice que hará un importante gasto en el mantenimiento de la vía pública

Barreras en la vida cotidiana ■ Rosa Maria Monfort critica que muchas tiendas tienen un escalón que les impide acceder al establecimiento, mientras que hay pasos de peatones como el de Prat de la Riba con Ricard Viñes (en la imagen) donde la ra ... - AMADO FORROLLA

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Rosa Maria Monfort es una leridana que, tras un largo tiempo ingresada por problemas de salud, ahora tiene que ir en silla de ruedas y cada día sufre en primera persona los múltiples problemas de accesibilidad que hay tanto en la vía pública como en los comercios de Lleida para las personas con movilidad reducida. Desde socavones en las aceras y pasos de peatones mal conectados hasta escalones imposibles de esquivar para pasar de una acera a otra o entrar a un comercio, Monfort ha podido constatar que Lleida no está adaptada para las personas de este colectivo. “Circular en silla de ruedas es imposible, no puedo disfrutar de mi ciudad, es horrible”, lamenta.

Un estudio recogido por SEGRE el año pasado constataba que más el 36,6% de las aceras de la ciudad no son accesibles y en algunos barrios el porcentaje asciende hasta el 80%. Monfort lo sabe de sobras y pone ejemplos. “En el paso de peatones de Prat de la Riba con Príncep de Viana no están bien encaradas las rampas y un día me caí, hay zonas de Ronda y Onze de Setembre que están en pendiente y cuesta mucho remontar la subida, el acceso al tanatorio por el Camí de Montcada es peligroso y estrecho, mientras que hay aceras por toda la ciudad que son muy estrechas y hay mobiliario, árboles y señales que dificultan aún más el paso”, lamenta. Añade que incluso “el edificio de la Paeria es difícilmente accesible”, mientras que los adoquines que hay en la subida al Turó de la Seu Vella le hicieron temblar tanto cuando pasaba con la silla “que me provocó una peritonitis”. Pero no solo tiene problemas para ir por la calle, sino también para sus compras diarias. “Para sacar dinero de un cajero he de pedir ayuda y muchas tiendas tienen escalones que me impiden entrar, en alguna ocasión me han enseñado ropa fuera, en plena calle, es denigrante”, lamenta Monfort, que pide a las administraciones que hagan cumplir la normativa de accesibilidad “y si hace falta, que apliquen sanciones ejemplares”.

El vocal de accesibilidad de la asociación Aspid, Ton Montardit, es tajante: “La ley dice que las calles deben tener un mínimo de 1,8 metros de ancho que no se cumple en muchos sitios y muchos edificios públicos son totalmente inaccesibles”. Reconoce que las zonas más inaccesibles son los centros históricos de los barrios y que algunas reformas, como la de la Rambla de Pardinyes, no se hicieron bien “porque las rampas tienen demasiado desnivel”. Añade que “más importante que reformar calles enteras es que haya un mantenimiento correcto de la vía pública que ahora no existe. Si hay un socavón en la calzada se arregla al momento, pero si está en la acera, puede estar allí meses”, critica Montardit, que recuerda que cada mandato envían a la Paeria un listado de las zonas inaccesibles de Lleida.

La teniente de alcalde de Gestión de la Ciudad, Begoña Iglesias, admite que “falta mucho trabajo por hacer para que Lleida se realmente accesible” y que el presupuesto de este año prevé una importante inversión en el mantenimiento de la vía pública, “al ser una de las peticiones de entidades como Aspid”. Añade que en 2023 la Generalitat dio a los ayuntamientos tres años para redactar un plan de accesibilidad y una vez hecho tendrían ocho más para aplicarlo y cumplirlo. “Tenemos 2 años para hacer el plan y aplicarlo”, concluye Iglesias.

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