Lleida, la provincia de Catalunya donde menos se fuma

Lleida es la provincia catalana donde menos se fuma. Aunque la diferencia es mínima, las regiones sanitarias de Lleida y el Alt Pirineu i Aran son las que presentaban una menor prevalencia en 2023, del 21,2% y 22,2%, respectivamente. El resto oscilan entre el 22 y el 23%, y destacan el Camp de Tarragona (26%) y Terres de l’Ebre (27,4%), donde más se fuma. Así se refleja en la Central de Resultados del departamento de Salud, que muestra un descenso progresivo del número de fumadores desde 2019, cuando la media catalana era del 25,1%. En 2023 fue del 22,6%.

La jefa del servicio de Promoción de la Salud de la Agencia de Salud Pública de Catalunya (Aspcat), Teresa Hernández, explica que es muy difícil identificar las causas de la menor cantidad de fumadores en Lleida por la poca diferencia que hay entre regiones. Habla de una “tendencia a la baja general” que atribuye a la aplicación de políticas de prevención y control del tabaco. “Las acciones que se están llevando a cabo están dando frutos, como los programas para dejar de fumar, los tratamientos con fármacos que también contribuyen y las prohibiciones de hacerlo en determinados entornos” como los cercanos a escuelas. No obstante, asegura que “el tabaco continúa siendo el principal factor de riesgo para las enfermedades cardiovasculares, respiratorias y para el cáncer de pulmón”.

El tabaquismo tiende a la baja a causa de una mayor sensibilización y de los programas de prevención El cribaje del consumo de alcohol se ha incrementado tras el fin de la pandemia y supera el 45% en Lleida

Aunque considera que cada vez hay más sensibilización sobre las consecuencias negativas del tabaco, Hernández lamenta que “los jóvenes empiezan a fumar cada vez más pronto” porque “generalmente no piensan que pueda suponerles un problema”. Culpa en gran parte a los cigarrillos electrónicos (vapers), ya que “hay estudios que indican que el 50% de los adolescentes de entre 14 y 18 años los han probado”.

Por otra parte, el cribaje del consumo de alcohol alcanzó al 45,8% de la población del llano y al 46,9% del Pirineo en 2023. La media catalana fue del 46,4%. Este índice corresponde a las personas de entre 14 y 80 años que se han sometido al menos a un cribaje de su consumo en los últimos 24 meses o han tenido un problema de salud relacionado con el alcohol. Tanto en el conjunto de Catalunya como en Lleida, la población con cribaje estuvo por encima del 70% hasta 2019, cuando descendió de forma gradual –pero también abrupta– hasta principios de 2022. Entonces alcanzó el mínimo, del 29,2%.

Al respecto, Hernández explica que el aumento que se está dando desde 2022 responde a que tras el fin de la pandemia “se está llevando a cabo un mejor cribaje en los centros de Atención Primaria (CAP), se pregunta a los pacientes por su tipo de consumo y se les ofrece la posibilidad de tratarles y empezar un seguimiento”. Hace referencia al programa ‘Beveu menys’, que identifica a personas que pueden tener conductas de riesgo, se les pregunta la cantidad que consumen regularmente y “les informamos de los riesgos usando una calculadora muy sencilla”.

De la misma forma que con el tabaco, la mayor preocupación de los sanitarios con el alcohol es el consumo prematuro. “El alcohol y el tabaco son drogas sociales, pueden depender mucho del entorno y la socialización, sobre todo en los jóvenes”, afirma Hernández. “El alcohol tiene el problema añadido de su alta accesibilidad, ya que se sigue vendiendo a menores pese a todas las prohibiciones”, concluye.