Universitarios con déficits de expresión escrita y oral y de comprensión lectora
Docentes de la Universidad de Lleida (UdL) y de centros de Secundària constatan déficits de comprensión lectora, así como de expresión escrita y oral, entre parte del alumnado, que se van agravando los últimos años. Destacan especialmente la falta de vocabulario y atribuyen buena parte de estos problemas al exceso del uso de pantallas.

Escolares del colegio Magí Morera de Lleida, leyendo en clase. En todos los centros hay media hora de lectura obligatoria. - ESCOLA MAGÍ MORERA
Maribel Serrano imparte desde hace 8 años la asignatura de Recursos Expresivos Escritos en castellano en primero de Filología Hispánica. Considera que el nivel con el que llegan la mayoría de los alumnos es “flojo”. “Les falta mecanismos de cohesión de los escritos, aparte de riqueza de vocabulario”, señala. Constata que no conocen vocabulario especializado, ni tampoco formal, y esto les lleva a que a veces usen de forma equivocada palabras cultas que les suenan de oído y cuyo significado real desconocen. Indica que muchos no entienden “lo más importante de los textos, que es la intención con la que están escritos”, porque están acostumbrados a leer textos cortos y poco profundos. Ve necesario más horas de lengua y literatura en Bachillerato, así como reforzar la lectura en Primaria y ESO. Serrano vincula las dificultades de expresión escrita y oral y de comprensión lectora al uso de pantallas y móviles. “En las redes los escritos son muy cortos y sin profundidad, y esto es muy peligroso, porque se pierde la capacidad de razonamiento crítico”, advierte.
Maria Pau Cornadó, que lleva 4 décadas impartiendo clases en la facultad de Educación, señala que desde hace unos años “se nota que los estudiantes no leen mucho, y esto es un problema porque les cuesta más redactar un texto y reduce su capacidad reflexiva y crítica”. “No saben expresarse bien ni de forma escrita ni oral”, destaca. Detalla que “en general leen cosas sencillas, que no obligan a interpretar el texto; a Jesús Moncada no lo soportan, porque no captan la ironía”. Cree que “no leer textos complejos comporta problemas de expresión y un empobrecimiento del vocabulario, que afecta tanto al catalán como al castellano”. También admite que tienen habilidades con la tecnología que compensan algo esta falta de lectura, como el uso de correctores para evitar hacer faltas.
La catedrática de Derecho Teresa Areces, también con una larga experiencia docente, dice que “la sensación de muchos profesores es que el nivel de los estudiantes ha ido bajando, si aplicáramos los mismos criterios que hace un tiempo, la mayoría no aprobarían”.
Señala que “no leen ningún libro para ampliar lo que damos en clase” y que “les cuesta mucho estructurar las respuestas, no siguen ningún orden lógico”. Explica que a veces “hay estudiantes disconformes con la nota de un examen porque creen que su respuesta era correcta; entonces les leo lo que han puesto y ven que no es así”. “Les falta comprensión lectora y mucha expresión escrita, no dominan ni el catalán ni el castellano”, opina.
Carlos Rizos, profesor de Filología desde hace 10 años, dice que no ha notado cambios significativos en comprensión lectora, pero sí una menor calidad de la expresión escrita, que relaciona con los avances tecnológicos y las redes sociales, donde priman los mensajes breves. En cambio, Jordi Malé, profesor de Filologia Catalana y Estudis Occitans, afirma que no ha constatado esta problemática de forma generalizada, aunque reconoce que “siempre hay uno o dos” con un nivel bajo.
Los docentes de Secundaria también detectan cada vez un nivel más bajo de comprensión lectora, así como carencias en ortografía y gramática. Ana Labat, profesora de catalán y castellano en el colegio Claver, argumenta que “la distracción con las pantallas, la inmediatez, hace perder lo que requiere la lectura: paciencia y reflexión”, y destaca que “se comunican con emoticonos y mensajes de voz y eso hace que el nivel de expresión sea más bajo”. Subraya también su falta de vocabulario. “Tenemos que dar léxico, como se hace en inglés”, señala. Mariona Torrent, profesora de castellano y literatura en el instituto Josep Lladonosa, dice que ahora “no entienden una novelita costumbrista del siglo XIX, muchos elementos no los captan y los tenemos que ir explicando”. Apunta que en Filosofía “antes se podían trabajar textos de Kant y ahora no, porque hay una barrera lingüística insalvable, no saben el significado de las palabras”. Y en primero de Bachillerato, “el primer día les pedimos una pequeña redacción y a veces el nivel es de primero de ESO”, explica.
Un estudio constata que el léxico de alumnos de Bachillerato va a la baja
Maribel Serrano, que antes de dar clases en la UdL fue profesora de Secundaria, llevó a cabo en 2003 una investigación sobre la productividad léxica en catalán y castellano (la capacidad para generar palabras a partir de un estímulo verbal) de los alumnos de segundo de Bachillerato de doce centros de Lleida, la mitad de la capital y la mitad de comarcas. En 2023 ha repetido este trabajo, con encuestas a estudiantes de los mismos centros, salvo en la Escola del Treball, que ya no imparte Bachillerato, al que ha sustituido por el Manuel de Montsuar.
Los encuestados tenían dos minutos en ambas lenguas para escribir palabras relacionadas con el cuerpo humano por un lado y con juegos y distracciones, por el otro. Serrano, que todavía está analizando los resultados, indica que las primeras conclusiones señalan que ha habido una reducción del léxico estadísticamente significativa tanto en catalán como en castellano en el apartado referente al cuerpo humano, y que es más acusada en la primera lengua que en la segunda. Así, si hace veinte años la media de palabras que los alumnos fueron capaces de escribir en catalán sobre el cuerpo humano en dos minutos fue de 28,74, ahora son dos menos, 26,65. En lengua castellana, cuyo número medio de palabras en 2003 era menor, de 25,95, el descenso es de una palabra y media, hasta 24,52.
En disponibilidad léxica vinculada a juegos y distracciones, en 2003 el número de palabras era inferior (16,32 en catalán y 15,72 en castellano), y el descenso es de solo unas décimas, por lo que no llega a ser significativo. Serrano también constata que mientras que en las 50 primeras palabras el 85% del primer apartado son las mismas que hace 20 años, en el segundo caen al 50%, lo que refleja la influencia de las nuevas formas de ocio vinculadas a dispositivos electrónicos.
Asimismo, la investigación también analiza las transferencias del castellano a partir del estímulo sobre ropa y complementos, que también ha reflejado una bajada de la producción léxica. La cantidad de interferencias es similar a la de hace 20 años y el 60% de las transferencias del castellano al catalán detectadas en 2003 continúan vigentes.