Covid: 5 años del primer caso en Lleida de la pandemia que trastornó el mundo

Los miembros de la asociación Long Covid Lleida piden que en Lleida haya un centro especializado para tratar su patología. - MAGDALENA ALTISENT
Hoy se cumple un lustro desde el primer diagnóstico de covid en Lleida. Médicos y enfermeras coinciden en que los primeros meses fueron los más duros por la incertidumbre de enfrentarse a un ‘enemigo’ desconocido en el momento, para lo que no habían protocolos establecidos, y afirman que el sistema sanitario ha salido reforzado.
Un día como hoy de hace cinco años, el 9 de marzo de 2020, una vecina de 82 años de Castellserà fue la primera leridana que dio positivo en coronavirus. Marcó el inicio de un calvario que en el último siglo solo se había visto en las mejores –y peores– películas y libros de ciencia ficción: una pandemia global que conllevó un confinamiento que dejó las calles vacías, así como el cierre de las escuelas, comercios y los servicios no esenciales durante los cien días en que el Gobierno central mantuvo un estado de alarma que decretó el 14 de marzo. Todo ello para evitar más muertes por un virus que se cobró la vida de 1.787 leridanos entre 2020 y 2023, según el INE, y de más de siete millones de personas en el mundo.
Gran parte de los fallecimientos ocurrieron en residencias de personas mayores, las más vulnerables por su avanzada edad. En este sentido, el geriátrico de Tremp todavía tiene una causa judicial abierta tras la muerte por covid de 64 residentes. Pero el virus no afectó solo a los mayores o a las personas consideradas de riesgo por sus afecciones médicas previas, como se pensaba en un inicio, sino que los hospitales y CAP recibieron una avalancha de pacientes de todas las edades, algunos con un buen estado de salud previo.
“La primera ola fue la más dura porque la incertidumbre era muy grande, nunca habíamos estudiado tanto”, explica el doctor que coordinó las plantas covid en el hospital Arnau de Vilanova, José Luis Morales. Valora que “una de las cosas buenas que surgió fue la desaparición de mucha burocracia porque se podían tomar decisiones de forma más rápida, pero pasada la pandemia hemos dado algún paso atrás”. Al respecto, explica que el Arnau fue pionero en empezar a dar tratamientos con corticoides y asistencia ventilatoria fuera de la UCI, que “no daba abasto”, indica. El doctor también recuerda que en el Segrià hubo una ola más a finales de junio de 2020, cuando miles de temporeros llegaron al llano para trabajar en la fruta. “A través de mediadores culturales conseguimos explicar por qué eran importantes las precauciones”, afirma.
El responsable de la UCI del Arnau y director clínico territorial de críticos, Jesús Caballero, asegura que “ahora estamos mejor preparados, tenemos más respiradores que pacientes y la sexta planta del hospital se puede convertir en UCI”, ya que durante la pandemia se tuvo que ampliar el área de críticos. El doctor recuerda que “tuvimos que reciclar y alargar el uso de algunos EPI (equipos de protección) porque había un gran desabastecimiento” y destaca que durante la pandemia se establecieron reuniones telemáticas periódicas con de Salud, los hospitales del Pirineo y la Vall d’Hebron. “Cinco años después las seguimos llevando a cabo, nuestra coordinación ha mejorado mucho”, indica. Caballero manifiesta su “orgullo por la respuesta del sistema sanitario” y dice que “tuvimos turnos de lunes a domingo” que resultaban frenéticos, pero “en nuestro equipo no hubo ninguna baja por causa mental”, celebra.
Mientras, en los CAP “encargamos cribajes masivos en los geriátricos y establecimos protocolos de contingencia con aislamientos, sectorizaciones y establecimiento de unidades de convivencia”, explica la jefa del apoyo a las residencias de la Atención Primaria, Iraida Gimeno. También “gestionamos hoteles sanitarios, como el Nastasi de Lleida ciudad, donde habilitamos 4 plantas en menos de 48 horas para hasta 60 personas”, indica. El jefe territorial del SEM, Josep Ramon Ropero, explica que “asumimos el traslado de los pacientes a los hoteles de salud, la primera respuesta con pruebas PCR y todo el cribaje a los temporeros, a los que ayudamos a buscar espacios para confinarse”.
La llegada de las vacunas, en diciembre de 2020, fue el primer paso para recuperar una anhelada normalidad. “Las enfermeras pivotaron toda la organización de la campaña en varios puntos de vacunación ciudadana”, explica Elisabet Jurado, una de las coordinadoras del que se habilitó en el pabellón Onze de Setembre de Lleida, el mayor de la provincia. “Llegamos a vacunar a 1.200 personas en 6 horas, hubo una respuesta abrumadora. Fue emocionante ver colas de hasta 1.000 niños esperando para vacunarse”, recuerda.
750 leridanos sufren covid persistente

Los miembros de la asociación Long Covid Lleida piden que en Lleida haya un centro especializado para tratar su patología.- Magdalena Altisent
Unos 750 leridanos –de los cuales 600 en las comarcas del llano y 150 en las del Pirineo– están diagnosticados con covid persistente, según datos del departamento de Salud, que indica que la mayoría de las afectadas son mujeres de mediana edad. El ministerio de Sanidad lo define como un síndrome caracterizado por la continuidad de los síntomas del virus después de la infección, o por su aparición tras un tiempo sin ellos. Los más comunes son cansancio, malestar general y dolor muscular, “niebla mental” y dolor de cabeza, dificultad para concentrarse y sensación de falta de aire. En Lleida, más de una treintena de afectados han formado la asociación Long Covid Lleida, con la que quieren visibilizar su situación ante un sistema sanitario que consideran que les ha dejado de lado. “Los médicos especialistas no nos quieren atender, ya nos consideran pacientes crónicos”, lamenta el presidente de la entidad, Joan Juncosa, que pide el establecimiento en Lleida de un centro multidisciplinar para atender su patología. “En Catalunya solo hay uno situado en Barcelona”, afirma.
Seila es una de las integrantes que sufre covid persistente. “Soy profesora de matemáticas y ahora soy incapaz de hacer un cálculo ni leer. No tengo fuerza en la pierna derecha y a veces me caigo, siempre hacia el lado derecho”, explica. Otra de las afectadas, Montse, asegura que también sufre caídas hacia el lado derecho. “Vivo en un segundo piso y estuve un año sin poder salir de casa. He tenido lumbalgia y episodios de vértigo, y el neurólogo me dijo que era consecuencia del tabaquismo pese a que llevo sin fumar quince años”, indica.
Mientras, Alba explica que “tengo fatiga crónica y mi capacidad pulmonar está al 55%, después del covid me han diagnosticado diabetes, colesterol e hipertensión. He pasado de ser cuidadora de mi familia a que me tengan que cuidar”. Otro de los afectados, José, estuvo 15 días en la UCI del Arnau y 40 días hospitalizado en su casa. Afirma que después le cayeron dos dientes con pocos días de diferencia, y los miembros de la entidad afirman conocer a al menos otras dos personas a las que también les ha sucedido.
La asociación organizará una carpa informativa este próximo sábado día 15 en la plaza de la Catedral, con motivo del día mundial del covid persistente.
“Me desperté creyendo que era el 24 de marzo y era el 22 de junio”

Pep Pon y Sebastià Barranco, esta semana en el jardín que da a la parte antigua del hospital Arnau de Vilanova.
lleida ❘ Pep Pon pasó 98 días en la UCI del Arnau, 91 de ellos en coma inducido. Sebastià Barranco, 28, la mayoría también en coma inducido, durante la primera ola de la covid. Pon, entonces jefe de publicidad de SEGRE, explica que llevaba unos días con febrícula, hasta que una noche la fiebre le subió. Consultó con una sobrina que es médica y le recomendó ir al Arnau. Era el 24 de marzo, y en Urgencias le hicieron varias pruebas. “Vino una doctora y me dijo que ella y su equipo se hacían cargo de mí”, añade, y entonces le ingresaron en la UCI en coma inducido. Cuando le despertaron una de las preguntas que le hizo una doctora fue qué día era. “Dije que sería el 24 o 25, y me contestó que no, que era el 22, pero de junio”, detalla, y explica que no se lo acabó de creer hasta que su mujer se lo confirmó por la noche.
Tras salir de la UCI y del Arnau, estuvo 3 meses recuperándose en el Santa Maria. Sufrió una calcificación de cadera, que superó con una intervención, y apenas sufre secuelas más allá de una pequeña limitación del movimiento de los dedos de una mano.
Barranco, que entonces era vicepresidente del colegio de Médicos, sufre secuelas a nivel respiratorio. Entró en la UCI el mismo día que Albert Coll, el único médico fallecido en la provincia por la covid. Al despertar del coma, en un primer momento no sabía si podría volver a moverse o a hablar, ya que había estado intubado. Ahora, al volver la vista atrás se muestra “contentísmo” de todo el trabajo de los profesionales sanitarios, porque además al principio de la pandemia había muchas incógnitas sobre el tratamiento . “A mí me lo cambiaron tres o cuatro veces, era muy duro”, detalla. “El trabajo que hicieron fue espectacular”, concluye. “Agradezco la labor de todo el personal sanitario del Arnau y Santa Maria”, dice por su parte Pon.