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El presidente de Francia, Emmanuel Macron, durante un discurso el viernes pasado.

El presidente de Francia, Emmanuel Macron, durante un discurso el viernes pasado.EFE

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El presidente francés, Emmanuel Macron, se encuentra a las puertas de obtener una aplastante mayoría en la Cámara Baja en la segunda vuelta de las legislativas de hoy que han estado marcadas por la indiferencia generalizada patente en los bajos índices de participación. Si las encuestas aciertan, La República en Marcha, la marca electoral de Macron, vencedor en las elecciones presidenciales del pasado mayo tendrá el mayor número de diputados de la V República y uno de los mayores porcentajes de escaños de la historia del país. Los sondeos le otorgan entre 400 y 460 de los 577 diputados que componen la Asamblea Nacional, lo que supone más del 70% de los asientos, una cifra solo superada por un presidente, Charles de Gaulle en 1968, que logró el 81% de los escaños en una cámara que contenía menos parlamentarios. La derecha logró superar esa cifra en 1993, cuando logró el 79% de los escaños, pero lo hizo con un presidente socialista en el Elíseo, François Mitterrand. Macron se apresta, pues, a construir una mayoría inédita en los últimos tiempos y concentrar así todos los poderes, a lo que sumirá una oposición dividida y debilitada. Los llamamientos de conservadores, socialistas, izquierdistas y ultraderechistas a la movilización para limitar los poderes del presidente no parecen estar encontrando eco en una sociedad que, tras haber seguido con mucha atención las presidenciales de abril-mayo, ha pasado página. Si en la primera vuelta del pasado domingo menos de la mitad de los electores acudieron a las urnas, los simpatizantes de candidatos no clasificados para la segunda vuelta pueden optar por quedarse en casa en la segunda, según el director del instituto demoscópico Kantar Sofres, Emmanuel Rivière, lo que hará aumentar la abstención. Ese puede ser el principal punto negro de la que se perfila como la gran victoria de Macron, que tendrá las manos libres para aplicar las reformas prometidas, incluidas las más controvertidas, como la del mercado laboral. Los sondeos auguran que los conservadores serán la segunda fuerza política, aunque pueden cosechar uno de los peores resultados de su historia. Además, el partido Los Republicanos ha quedado tocado por la estrategia de Macron de nombrar primer ministro a Edouard Philippe, un hombre surgido de sus filas. El partido tradicional de la derecha francesa puede escindirse en tres corrientes, una opuesta al nuevo Gobierno, otra moderada y una tercera favorable a trabajar con Macron.

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