POLÍTICA
Santiago Espot: «La pitada en la Copa molestó al Estado y al independentismo oficial»
Santiago Espot (La Pobla de Segur, 1963) es el presidente de la entidad independentista Catalunya Acció y se enfrenta a juicio en la Audiencia Nacional como impulsor de un manifiesto que animaba a protestar en la final de la Copa del Rey de 2015 con una pitada durante el himno de España.
La Fiscalía pide sancionarlo con 14.400 euros por injurias a la Corona y ultraje a España.
Las injurias a la Corona se han tipificado como leves. Las graves se castigan con dos años de prisión. No tengo antecedentes y no iría en la cárcel. En cambio, la multa toca el bolsillo y, si no pagas, te expones a 8 o 9 meses de prisión. Por otra parte, el auto judicial apunta que, cuando concluya la causa penal, puede seguir su curso el expediente que abrió la Comisión Antiviolencia y que propone otra multa de 90.000 euros. Así que podría decirse que la amenaza de sanciones asciende a 104.000 euros.
¿Cómo valora que se le atribuya la responsabilidad de la pitada?
Me lo tomo como un elogio. Plantean que el escrito de un solo catalán puede enardecer a toda la sociedad. Debo tener una pluma que ni Baudelaire. Aunque si creemos que eso es posible, la afirmación de que España es una nación firme debería ponerse en cuarentena.
¿Cómo plantea su defensa?
La basaré en la libertad de expresión. Al fin y al cabo, el manifiesto perseguía ese efecto, la pitada. Se retransmitió en todo el mundo y eso molestó al Estado, pero también al independentismo oficial. Puso en evidencia que la separación, si no es acordada, no es posible sin conflicto institucional e incluso civil, aunque esperemos que esto último no suceda. Desmontó una operación para presentar al nuevo rey como un hombre joven, comprensivo y que habla catalán. En su primera aparición ante una multitud de catalanes, le silbaron más que a su padre.Si se hubiera seguido el espíritu del manifiesto, tal vez ahora ya seríamos independientes. La revolució dels somriures me parece de una candidez excepcional. Debemos decidir si ya nos place una posición de pulcritud estética, organizar manifestaciones y llamar la atención del mundo una vez al año; o bien aceptar el esfuerzo y el sacrificio que supone conseguir un Estado.
¿La tensión política ha afectado a la causa penal contra usted?
En otras circunstancias no estaría en esta situación. En 2009 me enfenté a una causa por los mismos hechos y se archivó al considerarlos amparados por la libertad de expresión. En cuanto a la pitada de 2015, el magistrado Francisco Andreu la archivó en febrero del año pasado basándose en el antecedente de 2009, pero se reabrió después a raíz de un recurso de la Fiscalía. La sala de lo penal argumentó que “la situación institucional no es la misma que cuando se abrió la causa”. Lo que viene a decir que cuatro catalanes podemos silbar, pero cuarenta, ya no.
¿Su situación se debe al auge del independentismo que defiende?
No lo había pensado, pero es un consuelo (ríe). Hemos de asumir que los actos tienen consecuencias, y yo supe que el caso acabaría en la Audiencia Nacional en la media parte del partido, cuando el Gobierno anunció que instaría a Antiviolencia a investigar la pitada al himno.
A menos de dos meses del 1-O, ¿qué espera del referéndum?
Es un misterio. No sabemos con qué censos, qué colegios, si el resultado se aplicará... Apoyo internacional no tendremos. Habrá papeletas, pero temo que, tras votar, pasemos meses discutiendo sobre qué ha pasado. Y algo pasará, pero no sé el qué. Lo que seguro cambiará es el escenario político catalán. Soy escéptico sobre el resultado, salvo que lo acompañe una declaración de independencia y la toma del control político.