El miedo y la consternación se apoderan del centro de Barcelona
Confusión. Miedo. Consternación. Son algunas de las palabras que salen de la boca de Somé y Osman cuando intentan describir lo que han visto y vivido hoy en La Rambla: escenas que les han llevado a salir corriendo y deambular por el centro durante mucho rato hasta recalar junto a la estatua de Colón. Osman es un joven de Marruecos de 20 años que se encontraba con unos amigos en plaza de Cataluña, muy cerca de La Rambla, cuando se ha producido el ataque terrorista.
"Estaba comprando tabaco en un estanco y he oído un ruido tremendo. Al salir, he visto a muchas personas en La Rambla, en el suelo, sangrando. Un kiosco estaba parcialmente destrozado. No sabía qué hacer y he salido corriendo a través del Raval. Llevo una hora corriendo", ha explicado a Efe este joven, ya junto a la estatua de Colón, al final de La Rambla, junto al mar.
Aún le falta el aliento a Osman cuando explica cómo ha deambulado por las calles sin saber adónde ir y sin poder sacarse de la cabeza algunas de las imágenes que ha visto, entre ellas, la de una mujer en el suelo sangrando junto a dos niños pequeños "que la miraban sin entender nada".
Somé es un subsahariano que vive en la calle Hospital y que salía de casa cuando se ha producido el atentado, convirtiéndose en testigo de las escenas de pánico que se han vivido entre los turistas y residentes de la ciudad que paseaban por allí.
"He contado al menos cuatro muertos, creo", ha señalado el joven, que dice haber visto también muchos heridos.
Osman y Somé han acabado recalando al final de La Rambla, junto a la estatua de Colón, donde se han concentrado muchos curiosos, turistas la gran mayoría, que se informaban a través de sus móviles de los últimas detalles de la operación policial antiterrorista.
Unos se lo explicaban a otros, en inglés, francés, portugués e italiano, y todos llamaban, a su vez, a sus familiares para tranquilizarlos, para asegurarles que se encontraban bien. Otro grupo de turistas se han concentrado frente a los ventanales de un bar del final de La Rambla, desde donde podían seguir la información en directo del suceso que emitía la televisión.
Sobre ellos, en el cielo, sobrevolaba un helicóptero de la policía. En La Rambla, el único movimiento era el de las ambulancias y los coches de policía que subían y bajaban por este paseo.
Poco después de las 18.30 horas, la policía ha acabado por desalojar por completo el final de La Rambla, incluidas las últimas terrazas de esta vía, llenas a esa hora de turistas, y ha pedido a todo el mundo que se fuera al puerto o a sus casas.
Se han ido con la confusión, el miedo y la consternación en el cuerpo, sin saber entonces que la furgoneta mortal había segado la vida de al menos 13 personas.