“Se radicalizan fuera de las mezquitas”
Catalunya es la comunidad autonóma que tiene un mayor nivel de radicalización yihadista del Estado, de acuerdo con los informes del ministerio de Interior. Así lo refleja el libro La España de Alá, del periodista Ignacio Cembrero. En el mismo, figura un mapa del índice de radicalización elaborado por Interior a finales de 2015 en el que Catalunya ocupa el primer lugar de forma destacada, ya que concentra el 29% del riesgo total existente en el Estado. Por provincias, Barcelona es líder con el 18%, seguida de Madrid (10%), Murcia (8%), Alicante (5%), Girona, Tarragona y Valencia (4%).
Lleida se sitúa en un peldaño inmediatamente inferior, con el 3%, al igual que Málaga y Almería. Ahora bien, Jordi Moreras, sociólogo y profesor de Antropología de la Universitat Rovira i Virgili, que está considerado como uno de los máximos expertos catalanes en materia del mundo islámico, además de poner en duda la fiabilidad de estas cifras, ve “arriesgado” concluir que porque en Catalunya haya más detenciones por presuntos delitos relacionados con el yihadismo también haya más radicalismo.
“Muchos de los detenidos no tienen nada que ver con las comunidades musulmanas”, afirma. “Tenemos muchas teorías sobre el proceso de radicalización, pero no sabemos realmente cómo funciona, aunque creo que entenderlo es más una cuestión de sociología que de teología”, destaca. “Hay un profesor francés que dice que se islamiza la radicalidad, no que el Islam se radicaliza”, manifiesta. En esta línea, indica que por parte de los jóvenes que se radicalizan “hay un doble proceso de ruptura con su ámbito familiar y comunitario, eso está claro, lo que no lo están son las causas”. Así, apunta a una combinación de “factores sociales, factores externos y elementos de la psicología del individuo”. Moreras opina que el yihadismo es un factor que influye en los jóvenes cuando estos ya se han desvinculado de su entorno. “La radicalización está influida por cuestiones externas, pero su fundamento se crea aquí”, dice en referencia a los problemas de integración en la sociedad de jóvenes que ya no pueden considerarse inmigrantes porque han nacido en Catalunya.
En este sentido, apunta que “un foco de tensión tan brutal como es el de Oriente Medio y la propaganda de Estado Islámico” sirve a los jóvenes que rompen con su entorno como “argumentario de por qué estoy fuera, porque me siento diferente y me vinculo con otros”. “Desde hace mucho tiempo, en las mezquitas no se difunden mensajes afines al yihadismo”, asegura, y dice que la prueba es que “son espacios abiertos donde hay oídos que trabajan para los intereses de fuerzas de seguridad catalanas, españolas o incluso norteamericanas, por lo que quien hace un discurso sabe que hay mucha gente que lo oye”. “El radicalismo se hace fuera de las mezquitas, a través de internet y de personas que se desvinculan de la comunidad, las comunidades musulmanas no son actoras del mismo”, añade. En Catalunya hay unas se tenta mezquitas salafistas, una corriente que interpreta el Corán de forma rigorista, y que según especialistas en terrorismo islámico como el francés Gilles Kepel, a veces puede llegar a ser la antesala del terrorismo.
Moreras discrepa de esta visión, y aunque señala que el salafismo aplica una doctrina estricta del Islam, precisa que lo hace sin superar los límites de la legislación vigente y que varios de sus imanes han condenado públicamente toda violencia. Asimismo, destaca que el salafismo apenas crece. “Solo unas setenta de las 300 mezquitas que hay en Catalunya son salafistas, y hace siete u ocho años ya eran una cincuentena. Si no crecen no es por la labor policial, sino porque muchas veces los propios miembros de la comunidad expresan que esta forma de ver el Islam no va con ellos. Hay algo que es fundamental y que no ha sido reconocido ni por los políticos ni los medios de este país: el nivel de autocontención de las comunidades musulmanas ha conseguido que haya una serie de ideas que se mantengan en un nivel flotante sin llegar a ser hegemónicas.
Deberíamos ver si podemos aprovechar este factor para favorecer un Islam más adaptado” [a nuestra sociedad], opina. Aunque admite que los recientes atentados pueden contribuir a dificultar aún más la integración de la comunidad musulmana, concluye que “hemos de ser optimistas de cara al futuro”. “Ahora sí que todo el mundo está mirando a Catalunya y hay que dar la talla”, subraya, e invita a todos los representantes políticos y de la sociedad civil a “reflexionar” sobre los motivos que han llevado a la situación actual y, a partir de aquí, a proponer soluciones.
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