ESNOTICIA
«En una captación tipo secta, les aíslan de su entorno»
LURDES VIDAL | jefe del área de món àrab i mediterrània del institut europeu de la mediterrània
La leridana Lurdes Vidal (Ponts, 1974) es responsable del área de Món Àrab i Mediterrània del Institut Europeu de la Mediterrània (IEMED). Licenciada en Traducción e Interpretación por la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB) y formada en Relaciones Internacionales, residió en Damasco en 1998 donde cursó estudios de árabe y cuenta con varias publicaciones sobre islam y política. Es una de las voces más acreditadas de Catalunya para entender el mundo árabe, siempre con una visión que busca el acercamiento entre culturas.
¿En los atentados de Barcelona y Cambrils existen elementos diferenciadores respecto a los sufridos en otras ciudades europeas?
Algunas pautas se repiten y muestran que siguieron unas directrices muy claras marcadas por Daesh, pero existen algunos elementos diferentes.
¿Cuáles serían los principales?
En los últimos años observamos que los terroristas son mucho más jóvenes, pero aquí llegamos a niveles inusuales: hablamos de adolescentes y postadolescentes. La presencia de hermanos también está multiplicada. Nos encontramos con círculos muy cohesionados y cerrados de hermanos y amigos. Además, Cambrils muestra claramente que los objetivos no son solo las grandes ciudades sino también las secundarias, como sucedió en Niza o Turku. El entorno de radicalización tampoco es el habitual, ya que no proceden de zonas periurbanas o barrios marginales, sino de un entorno rural y esto es una novedad.
Usted explica que, cada vez más estos jóvenes no demuestran una religiosidad anterior.
En cierta forma son recién llegados a la religión, pero con una visión totalmente desviada y politizada. Es un perfil modificado. Últimamente se hablaba mucho de radicalización y reclutamiento on line, y aquí probablemente vemos combinación del mundo on line y el of line.
¿Por qué?On line porque seguramente de aquí habrán recibido las instrucciones y el manual, pero la radicalización es probable que se haya hecho cara a cara a través de un líder muy carismático que sería el imán. Esto era propio de un terrorismo de hace más tiempo; después las redes pasaron a ser el espacio de radicalización. Ahora esta táctica se va adaptando otra vez, sobre todo porque las redes sociales están más vigiladas y, por tanto, se regresa a un espacio en el que se aísla físicamente a estos jóvenes: se veían en el coche, en una casa. En definitiva, el proceso de reclutamiento y radicalización va adaptándose a las circunstancias y esto complica detectarlo, ya que se sale de los patrones que tenemos identificados.
Necesitamos saber más.
Sí, tenemos que ver cuál es la narrativa usada para captarlos, pero seguramente se trata de un proceso más similar al de captación de una secta que a uno de radicalización religiosa.
¿Con qué argumentos?
Creo que podemos especular con que la narrativa que utilizan para captarlos incluye elementos identitarios y esto coincide mucho con la franja de edad. Cualquier adolescente necesita reafirmar su identidad. En estos jóvenes seguramente la cuestión es más compleja porque la sociedad los acoge, pero con limitaciones. Todo esto lo viven de forma más o menos traumática en función del entorno, las circunstancias y la persona. El yihadismo se aprovecha de esta debilidad. En el proceso de adoctrinamiento, la religión es un sello y los argumentos políticos, la munición.
¿Qué podríamos hacer como sociedad para evitar estas radicalizaciones?
Muchas cosas. Desde una perspectiva social, ser conscientes de nuestros prejuicios e intentar trabajar para ir deshaciéndolos. En Lleida por ejemplo, existió confrontación con la mezquita, los velos... y ha habido una politización de la cuestión musulmana que no ha favorecido nada la convivencia. Debemos aceptar que somos una sociedad diversa. También debemos aceptar los errores que hemos cometido en política exterior.
¿Qué puede hacer la comunidad musulmana?
Para empezar, necesitan herramientas que empoderen a las familias y que si notan que pasa algo raro tengan mecanismos para reaccionar sin sentir que ponen a su familia en peligro. Es decir, que sepan que pueden ir a la policía y explicarlo sabiendo que su hijo no acabará inmediatamente en prisión porque no ha cometido ningún delito, lo que no quita que las fuerzas de seguridad hagan su trabajo. Es importante que las familias sepan que tienen actores sociales, psicólogos, educadores, etc que las apoyarán. Las comunidades musulmanas tienen una responsabilidad, pero tenemos que dejar de ponerlas en el punto de mira y culpabilizarlas.
En este contexto ¿qué papel juegan las madres?
Son las principales desradicalizadoras y las primeras que pueden detectar conductas extrañas. Hay experiencias en otros países en que madres de terroristas hacen tareas de desradicalización, charlas en escuelas en las que explican su historia. Es importante que puedan relatar qué ha pasado dentro de su casa y advertir a otras de las señales de alarma. Cuando se hace una captación al estilo secta, lo primero es desvincular a esa persona del entorno familiar, por tanto, trabajar con ellas es muy importante.