ORIENTE PRÓXIMO REPORTAJE
Sabra y Chatila, una herida abierta
A los 35 años de la masacre en los dos campos de refugiados palestinos cerca de Beirut, de la que se acusa a Israel como instigador || Más de tres décadas después gran parte del pueblo palestino vive en campamentos, por lo que piden protección a la comunidad internacional
“Ninguna mente humana puede olvidar lo sucedido. Seguimos conmocionados y sorprendidos, no solo por lo ocurrido en Sabra y Chatila, sino también por el silencio de la comunidad internacional ante los crímenes que Israel ha cometido y continúa haciendo”, señaló ayer Jalida Husein, presidenta del comité de mujeres palestinas en los campos.
La matanza se produjo al día siguiente de la entrada del ejército israelí en Beirut, única capital árabe que ocupó tras su segunda invasión del Líbano en junio de 1982 y dos días después del asesinato del presidente electo Bachir Gemayel, que murió cuando se encontraba en la sede del Partido Falangista Libanés (cristiano) en un atentado que fue atribuido a los servicios secretos sirios. Antes del suceso, la aviación israelí bombardeó esos campamentos y durante la misma noche los alumbró con bengalas para permitir la masacre, que se hizo pública tres días después.
Una comisión israelí acusó al entonces ministro de Defensa Ariel Sharon de no detener la masacre
Poco antes de la matanza, la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) había sido evacuada de Beirut tras un acuerdo mediado por Philip Habib, enviado especial del entonces presidente estadounidense, Ronald Reagan, que prometió salvaguardar la vida de los refugiados de esos campos. Tras numerosas protestas internacionales y una multitudinaria manifestación en Tel-Aviv, la Corte Suprema de Israel se vio obligada a encargar un informe sobre lo sucedido.Se concluyó que Ariel Sharon, entonces ministro de Defensa de Israel, “faltó a sus obligaciones” por no detener la masacre, pero lo cierto es que muchos testimonios apuntan a que los israelíes instigaron el ataque y colaboraron activamente en él. Ariel Sharon fue destituido, pero jamás fue juzgado, y en el año 2001 llegó a ser primer ministro. De hecho, ningún responsable israelí como tampoco el jefe falangista de aquel entonces, Elie Hobeika, considerado como el autor material de las matanzas, fueron juzgados por un tribunal.
Una de las razones invocadas para justificar la masacre fue vengar la que cometieron los combatientes palestinos en la localidad de Damur, donde asesinaron a entre 52 y 582 habitantes cristianos, además de profanar iglesias y cementerios, en 1976, una de las tantas tragedias en el Líbano por todas las partes durante los tres lustros de guerra.
Por su parte, la OLP recordó ayer la masacre de Sabra y Chatila y pidió a la comunidad internacional protección para los seis millones de palestinos que todavía constan como refugiados. La miembro del Comité Ejecutivo de la OLP Hanan Ashrawi, que calificó el suceso de “trágico capítulo”, instó a Israel y a EEUU “a hacer justicia con los refugiados palestinos e implantar el derecho internacional y las resoluciones de la ONU, en lugar de atacar a la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los refugiados Palestinos en Oriente Próximo”. “Con la complicidad y apoyo del Ejército israelí bajo (las órdenes de) Ariel Sharón, quien dejó un legado de derramamiento de sangre y destrucción. Esta masacre se cobró la vida de 3.000 refugiados palestinos”, añadió. Según Ashrawi, “la masacre de Sabra y Chatila todavía representa la crueldad e impunidad de Israel hacia el pueblo palestino en su conjunto” y entiende que “como otras masacres contra el pueblo palestinos, quedan impunes”. Una historia de horror más en el conflicto que no cesa en Oriente Próximo.