REPORTAJE
Campaña electoral 2.0
En los cuarenta años de democracia, las herramientas que emplean los políticos durante la campaña han cambiado de manera radical. Internet y las redes sociales introdujeron, de la mano de la interactividad y la personalización, el concepto 2.0. La calle dejó de ser el principal escenario de la confrontación electoral.
La pegada de carteles a medianoche, las octavillas alfombrando las calles o los altavoces que lanzaban proclamas montados en los techos de furgonetas mientras recorrían cada rincón de los pueblos y ciudades fueron algunas de las imágenes más típicas del paisaje electoral de la España democrática durante varias décadas. Sin embargo, cuando el reloj marcó las 12 en punto de la noche del pasado martes, dando el pistoletazo de salida de la campaña electoral de los comicios catalanes del 21-D, la mayoría de candidatos no posaron para la prensa pegando carteles, escoba en mano y subidos a una escalera.
Todo lo contrario. Algunos de ellos observaban las luces naranjas de Barcelona desde una azotea del Poblenou, otros parlamentaban en las tablas de un teatro de Vic. Incluso los hubo que recrearon un balcón con banderas dentro de una sala de fiesta.
Las redes son un excelente ring para los políticos, pero desaprovechan algunas de sus potencialidades
A la mañana siguiente, las calles no habían cambiado demasiado. Algunos carteles y algunas pintadas, algunas pancartas y alguna furgoneta perdida, pero nada que quebrara la tranquilidad de una ciudadanía acostumbrada a vivir desde hace tiempo en una continua competición electoral. Parece que, en nuestro tiempo, el campo de batalla de los políticos ya no es ni exclusiva ni principalmente la vía pública.
Es cierto que siguen paseando por los mercados, visitando asociaciones o repartiendo merchandising a pie de calle. Pero ahora, muchos votos se ganan a distancia, a través de la tele y, sobre todo, en Internet.
En este sentido, el consultor de comunicación Ramon Sunyer pronostica que “esta campaña se dirimirá en las redes” y que su papel será “decisivo”. No obstante, Sunyer explica que todo dependerá de si los políticos y los partidos aprenden a aprovechar al máximo estas herramientas 2.0. Y hasta el momento, esto no ha ocurrido.
Así, si bien es cierto que parte de la campaña ha migrado a Internet, no es menos cierto que las fuerzas políticas no han entendido el nuevo medio y han desaprovechado gran parte de su potencialidad.
Y eso que ya hace tiempo que la política irrumpió en redes. Carles Puigdemont abrió su cuenta de Twitter en 2007, Oriol Junqueras y Miquel Iceta en 2009, o Xavier Domènech en 2010. De hecho, esta plataforma de microblogging es el entorno natural de la comunicación política en redes sociales.
En este sentido, el estudio anual sobre el uso de las redes sociales en España elaborado por IAB Spain revela que la mayor parte de la ciudadanía asocia Twitter a los conceptos “información” e “informativa”.
Pese a la experiencia acumulada en el medio, la doctora en comunicación Amparo López Meri ha corroborado con sus investigaciones que, en numerosas ocasiones, Twitter es poco más que un “tablón de anuncios” en el que se da “autobombo” a los actos de campaña del partido y de sus candidatos. Así pues, López Meri explica que los partidos evitan la interacción y el debate con el resto de usuarios, e incluso con los demás partidos, a pesar de ser esta posibilidad de confrontación ideológica una de las novedades fundamentales que las redes han aportado al tablero político.
La investigadora concluye que “trasladan sus prácticas offline al espacio online”. El continente ha cambiado, pero el contenido sigue siendo básicamente el mismo. Los carteles se han convertido en elementos multimedia, las octavillas han pasado a ser tuits y los altavoces ahora amplifican las intervenciones de los candidatos en los medios de comunicación.
En las campañas electorales 1.0, las de la vieja usanza, el candidato tenía dos opciones para interactuar con los electores. Una posibilidad era ir puerta a puerta, pasear por la calle y celebrar reuniones con asociaciones y actores sociales. La otra posibilidad era sentarse ante un periodista y someterse a sus preguntas. A este respecto, el doctor en comunicación Andreu Casero señala que la ciudadanía consideraba normal que el periodismo construyera su visión del mundo. Aquella máxima tan repetida de que “lo que no sale en los medios no existe” cobraba pleno sentido. Sin embargo, también en este aspecto, las nuevas tecnologías han marcado un antes y un después. A este respecto, Casero manifiesta que los avances tecnológicos permiten a los políticos esquivar la interposición del periodista entre ellos y la ciudadanía. Es decir, pueden utilizar canales alternativos para comunicarse con el electorado. Ahora bien, no hay que postergar el trabajo de mediación del reportero, fundamental para verificar la información y comprobar las fuentes.
En las campañas electorales 2.0, al político le basta con sentarse ante un ordenador o coger el móvil, “loguearse” en su cuenta de Twitter, Facebook o Instagram, y “postear” un mensaje. Inmediatamente, podrá llegar a una audiencia potencial de millones de personas. Es más, como advierte López Meri, Twitter ya es una “fuente complementaria” para los periodistas, pese a que las informaciones publicadas en exclusiva a través de esta plataforma sean aún escasas.
En otro orden de cosas, el periodista, como mediador de la realidad, también se encargaba de esbozar la imagen del candidato que se transmitía al electorado.
Pero como remarca López Meri, en el marco de las campañas 2.0 es el candidato el que, tímidamente, ha empezado a fabricar su propia imagen, un perfil “amable y cercano”, más humano en definitiva, “compartiendo públicamente intereses y preferencias personales”.
No obstante, tampoco se debe subestimar la función del informador en este campo, puesto que no hay que olvidar que las redes son uno más de los medios a través de los cuales el ciudadano capta el mensaje político.