Òscar Ordeig: "Queremos heredar el legado político del presidente Tarradellas"

Participó en un mitin socialista en Lleida con Miquel Iceta y Pedro Sánchez donde las palabras más duras hacia los partidos independentistas fueron las que usted pronunció. Les llamó aprovechados, inoperantes, y calificó su noción de patriotismo como “despotismo”.

En Lleida, el Pirineo y Aran hemos sufrido dos crisis: la derivada del procés y, además, la provocada por siete años de desinversión en los que la Generalitat simplemente no ha estado aquí, y en los que año tras año hemos tenido las peores cifras en los presupuestos.

Entonces, ¿su discurso contrario al independentismo es más duro porque se considera el doble de perjudicado por él?

Sí, así es.

Celebraron un mitin con “aire de remontada”, en palabras de Sànchez, y al día siguiente asistimos al traslado de las obras de Sigena a Aragón en aplicación del 155. ¿Cómo puede afectarles esto?

Fue un día triste que nunca debió haber llegado, pero la decisión no fue de un político sino de un juez. Sigena es un nuevo fracaso de la política catalana. ¿Qué ha hecho la Generalitat para evitar que esto pasara? A partidos que ahora nos critican por ello, les diría que menos señalar y más rendir cuentas. En dos ocasiones se estuvo a punto de firmar acuerdos. La primera fue con Caterina Mieras como consellera y lo dinamitó CiU; la segunda con Santi Vila, y en esa ocasión fue ERC la que se opuso. Nosotros estamos en contra del traslado y a favor de agotar los recursos judiciales. A otros les da igual, quieren remontar unas encuestas que les auguran un batacazo histórico y justificarse ante los votantes.

Viendo cómo ha aplicado el Gobierno central el artículo 155 en Lleida, ¿reconsideraría usted apoyarlo hoy en día?

El 155 solo se justifica como un medio para convocar elecciones el 21-D. Nosotros no queríamos ni la DUI ni el 155, pero al final tuvimos ambas cosas. Sin embargo, ¿qué alternativa quedaba para restaurar la legalidad? Solo era posible forzando unos nuevos comicios. Fue el PSOE el que consiguió que la convocatoria fuera inmediata, cuando parte del PP y de Cs hubieran preferido aplicarlo durante un periodo más largo. El 155 no debe servir para nada más que eso, su aplicación se debe limitar a la gestión ordinaria hasta la formación del nuevo gobierno tras las elecciones.

¿Qué es lo que hasta ahora le ha parecido más peculiar o extraño de esta campaña hasta ahora?

Lo más extraño de esta campaña es ver que todos atacan al PSC. Y lo hacen porque somos los únicos que subimos en todos los sondeos y porque nuestro candidato a la presidencia, Miquel Iceta, es el mejor valorado. Saben que si se abre paso una vía de soluciones, a algunos se les acabarán los argumentos. Ahora hay personas que tras haber votado a ICV y Podemos se sienten más identificados con nosotros que con ellos; y lo mismo pasa con votantes de PDeCAT y la antigua Unió. En cuanto a Cs, se ha visto que aplican las mismas políticas que el PP. Los socialistas somos el ase dels cops porque quieren detener la sangría de votos que suponemos para ellos.

¿Y qué me dice de los votantes más jóvenes? Tal vez la idea de revolución les resulte más atractiva que conceptos como socialdemocracia y federalisamo.

Tener ideas revolucionarias significa ir contracorriente. Seguir el dictado de convocatorias, de poderes que emanan de la administración y de medios públicos, ¿es ser revolucionario? ¿Se puede serlo si allí no hay cabida para la autocrítica ni el libre pensamiento? Eso es caminar hacia una sociedad homogeneizada, uniforme y dirigida, todos tras una misma pancarta, coreando un mismo lema. Nosotros apostamos por una sociedad abierta, crítica y, por lo tanto, no manipulable.

Al incorporar a sus listas a candidatos de Units per Avançar, un partido formado por miembros de la antigua Unió, ¿no les preocupa diluir su carácter como partido de izquierda, su principal seña de identidad?

Momentos excepcionales como el que vivimos requieren acuerdos excepcionales. Hay que parar la locura en la que nos hemos instalado y eso pasa por pactar con gente diferente a nosotros. Estamos en un momento histórico y a veces dramático, que exige aportar soluciones. La ciudadanía nos pide mirarnos menos el ombligo y más a sus problemas. Es necesario enterrar frentes, trincheras y poner fin a la parálisis e inmovilismo tanto del independentismo que ha fracasado con la vía unilateral; como el de PP y Cs, que compiten entre sí para ser el más de derechas y el más radical. La mayoría es catalanista y moderada, quieren diálogo y pactos.

Creo que son el único partido al que he escuchado en esta campaña usar el verbo

ceder

. La tendencia viene a ser la contraria.

El president Tarradellas decía: “Catalunya es demasiado pequeña para menospreciar a cualquiera de sus hijos” -no sé si muchos estarían ahora en posición de suscribirlo-, y decía también “¿cómo se puede ir a negociar sin ceder, sin entender a la otra parte?”. En lugar de eso, hemos tenido Governs que han excluído, menospreciado y señalado a los que piensan diferente. El daño que se ha hecho a las instituciones, a la economía, a las empresas, a los autónomos, al empleo, es imperdonable y se podría haber evitado. El PP es corresponsable de los sucedido por tirar leña al fuego y también lo es Cs. En cuanto a las formaciomes independentistas, ERC, PDeCAT y CUP, saltarse la ley no es la solución. También ellos han jugado con fuego y hay que castigar a unos y otros en las urnas.

Es llamativo que el PSC cite en campaña al president Tarradellas.

Los socialistas queremos ser herederos del legado político de Tarradellas, de un catalanimso político transversal.

El PP regala caramelos en forma de pastillas para “recuperar el seny” y JxCat vende urnas del 1-O en miniatura. ¿Piensan innovar en campaña ustedes también?

Nosotros preferimos dar explicaciones y alejarnos del teatro y de la demagogia, no tratamos al ciudadano como si no tuviese opinión política.