SUCESOS VIOLENCIA
La oleada de protestas en Irán se ha cobrado al menos veinte vidas
Además, el régimen de Jameneí ha detenido a más de 450 personas|| Teherán acusa a Arabia Saudí y Estados Unidos de estar detrás de las manifestaciones
Al menos otras nueve personas fallecieron el lunes por la noche en una nueva jornada de protestas en la región iraní de Isfahán a unos 350 kilómetros al sur de Teherán, incrementando la cifra de muertos a más de una veintena. Las movilizaciones empezaron el pasado jueves pasado como protesta contra la corrupción y la falta de libertades en el país.
Según medios locales, seis de los manifestantes perdieron la vida en la ciudad de Qahderiyán, cuando asaltaron la comisaría de la localidad. A estos, se le suman tres fallecidos más, entre ellos un oficial de policía y un miembro de la milicia basij, que fueron asesinados en Nayaf Abadt durante la noche del lunes. Pese a todo, el viceministro del Interior, Mohamad Hosein Zolfaqari, afirmó que en la mayor parte del país la situación ha vuelto a la normalidad.
Además, unas 450 personas han sido detenidas en Teherán desde el sábado. Según el vicegobernador de la provincia, Alí Asghar Naserbakht, la policía iraní habría arrestado a 200 personas el pasado sábado, a otras 150 el domingo y a alrededor de 100 más durante la jornada del lunes.
En su comunicado oficial, el ministerio de Inteligencia apuntó que “algunas de las manifestaciones pacíficas celebradas para expresar demandas derivaron en violencia debido a la presencia de elementos sospechosos y agresivos” según afirmó la agencia iraní de noticias Tasnim.
El líder supremo iraní, Alí Jamenei, acusó a los “enemigos de Irán”, en clara referencia a Arabia Saudí y Estados Unidos, de estar detrás de las manifestaciones.
Desde el jueves se están registrando las protestas más graves del país desde 2009 tras por la reelección del presidente Mahmud Ahmadineyad. Aunque inicialmente las manifestaciones empezaron en Mashhad, segunda ciudad del país, a raíz de la subida de precios, estas se extendieron rápidamente a otras ciudades, incluyendo la capital. Lo que empezó como una reivindicación meramente económica, acabó derivando en una crítica al estamento religioso que gobierna el país con mano de hierro.