CRISIS
Miles de civiles atrapados en Trípoli en los combates más cruentos desde 2014
Los enfrentamientos han segado ya la vida de medio centenar de personas
Miles de civiles, entre ellos cientos de migrantes hacinados en centros de detención, se hallan atrapados en medio de los combates que desde hace una semana libran las distintas milicias en Trípoli, los peores desde el inicio en 2014 de la actual guerra civil en Libia.
Los enfrentamientos, que han segado ya la vida de medio centenar de personas -entre ellas una veintena de civiles- estallaron el pasado domingo en los alrededores del antiguo aeropuerto internacional de Trípoli, la pieza codiciada por los contendientes.
Y tras varios intentos fallidos de alto el fuego, se extendieron este viernes hacia el norte de la capital y obligaron al cierre de la base militar de Mitiga, único aeropuerto en funcionamiento de la ciudad.
"La gente está escapando de sus casas y buscando refugio donde puede. Muchos han quedado bloqueados por los combates en sus calles y se han metido en escuelas y hospitales para protegerse de los bombardeos", explicó a Efe un residente en el barrio meridional de Salahedin, origen de los combates.
Cientos más han comenzado a huir en las últimas horas de la zona de Mitiga, mientras que alrededor de 60 familias se hallan atrapadas sin acceso a la comida y el agua en el llamado "Triángulo Suzuki", próximo a la base militar de Al Yarmuk, advirtió a la prensa Osama Ali, portavoz de Emergencias en Trípoli.
El origen del enfrentamientos está ligado a la lógica de la división y el conflicto armado que afecta a Libia desde que en 2011 la OTAN contribuyera militarmente a la vitoria de los distintos grupos rebeldes sobre la dictadura de Muamar al Gadafi.
El país se fracturó en dos en 2014, tras la decisión del entonces Gobierno islamista de no reconocer su derrota en las elecciones legislativas.
El nuevo Parlamento decidió trasladarse a la ciudad de Tobruk, en el este del país, donde quedó bajo la tutela del mariscal Jalifa Hafter, un antiguo miembro de la cúpula gadafista convertido en los años ochenta en opositor en el exilio, y que ahora ha devenido en el hombre fuerte del país.
En diciembre de 2015, y en pleno avance de la rama libia del grupo yihadista Estado Islámico, la ONU forzó un acuerdo para la formación de un Gobierno de Acuerdo Nacional (GNA) en Trípoli, que no fue aceptado en Tobruk.
Reconocido únicamente por la comunidad internacional pese a carecer de legitimidad democrática, el GNA apenas ha logrado imponer su autoridad más allá de la capital, donde ha quedado, igualmente, a merced de las distintos señores de la guerra.
Según testigos, fueron las poderosas Brigadas Revolucionarias de Trípoli y la Fuerza Especial de Disuasión (RADA) -milicias que controlan los ministerios de Interior y de Defensa del Gobierno que sostiene la ONU- las que iniciaron los combates.
Apoyadas por las Brigadas Abu Salim y Nawassi, al parecer penetraron en la zona bajo control de la llamada "Séptima Brigada", también vinculada al Ministerio de Interior y a un antiguo parlamentario y líder rebelde llamado Salah Badi, exiliado en Turquía.
Badi, un expiloto de combate encarcelado durante años por Al Gadafi, está considerado uno de los responsables de los cruentos enfrentamientos que se libraron en Trípoli en 2014, origen de la actual guerra civil.
El lunes, RADA -dirigida por el salafista Abdel Rauf Kara- acusó a la "Séptima Brigada" y a sus socios de la vecina ciudad de Tarhuma de ser la quintacolumna de Hafter, quien se opone al GNA.
En este ambiente de violencia, la comisión de mediación integrada por las ciudades de Tarhuma, Misrata, Zintan, Zawia y Trípoli llegó hoy a un nuevo acuerdo de cese del fuego, el tercero de este tipo que se proclama en cuatro días.
El pacto, que incluye la entrada de una fuerza neutral formada por milicias del centro y el oeste de la región militar tripolitana, ha sido rechazado por la "Séptima Brigada", señalaron a Efe fuentes de Seguridad.
Los combates han dejado en evidencia, igualmente, la capacidad del Gobierno sostenido por la ONU para controlar a las milicias que se reparten la capital y la ciudades circundantes, y la viabilidad del plan presentado hace un año por la Misión Naciones Unidas en Libia (UNSMIL), que incluía la convocatoria de elecciones.
Fuentes próximas a la negociación revelaron esta semana a Efe que la citada misión valora la posibilidad de posponer sin fecha los comicios ante la falta de avances en una negociación que busca poner fin a la división del país.
Una fractura que ha sido aprovechada por las grupos yihadistas para asentarse en el territorio y por las mafias dedicadas al tráfico de armas, combustible, alimentos y personas para dominar la arruinada economía nacional.