CRIMEN INVESTIGACIÓN
Montoya raptó y asesinó a Laura Luelmo el día de su desaparición
El asesino golpeó en su casa a la joven y luego la violó en el campo, según la investigación || La Guardia Civil le vigilaba como “sospechoso con mayúsculas”
La Guardia Civil tuvo claro desde el principio que Bernardo Montoya era el sospechoso con “mayúsculas” de la desaparición en El Campillo (Huelva) de Laura Luelmo, que murió esa misma noche tras ser golpeada por su asesino en la vivienda de este, donde permaneció poco tiempo.
Catorce días después de la desaparición de la joven profesora zamorana, de 26 años, el coronel jefe de la Comandancia del instituto armado de Huelva, Ezequiel Romero, y el teniente coronel de la Unidad Central Operativa (UCO) Jesús García Fustel ofrecieron detalles de la investigación del caso, aún no culminada. Tampoco lo está la autopsia definitiva, por lo que todavía no puede concretarse el momento exacto de la muerte de la joven, si bien los investigadores creen que falleció la noche del 12, el mismo día que desapareció.
Los investigadores indicaron que la joven realizó una compra en el supermercado el día en el que desapareció –el 12 de diciembre– y, al salir Bernardo Montoya la introdujo a la fuerza en su domicilio. Según el relato del propio agresor, ya dentro de la casa le ató las manos por detrás, le tapó la boca con cinta y la tiró al suelo. Esta propinó a su agresor –un asesino “desorganizado” y con “un alto grado de impulsividad”, en opinión de los investigadores– una patada en el costado, haciéndole enfadar. De hecho, el presunto asesino “acudió a un centro de salud por un golpe en las costillas” dos días después de la desaparición de la profesora, lo que hizo incrementar las sospechas de los investigadores sobre Montoya. Ante este golpe, Montoya golpeó a la joven contra el suelo.
Los investigadores piensan que la víctima permaneció poco tiempo en la casa de Montoya y que este la llevó enseguida hasta un paraje de jaras, a entre 5 y 10 kilómetros de distancia de la vivienda, y pudo ser allí donde agredió sexualmente a la joven, que podría estar inconsciente.
Aunque desde el primer momento de la desaparición de la joven Montoya era el máximo sospechoso, la Guardia Civil tuvo claro que no podrían hacer nada que pusiera en riesgo la vida de Laura por si se encontraba retenida aún con vida.