Jordi Turull: «Es un juicio contra las urnas»
SEGRE entrevista a Jordi Turull pocos días antes de su traslado a Madrid para afrontar el juicio por el 1-O
La mayoría de escritos de defensa se centran en denunciar el carácter político de las acusaciones. ¿Por qué? ¿Con qué finalidad?
Porque el relato de las acusaciones es del todo político y el elemento clave de su relato, la violencia que se imputa al procés, es del todo falso. Se criminaliza una opción política como es el independentismo y, a partir de ahí, se criminalizan hechos que, de no ser realizados por independentistas, formarían parte de los derechos y las libertades fundamentales. Estamos hablando de reuniones entre partidos y representantes políticos, manifestaciones pacíficas, votaciones en el Parlament, etcétera. O de acusarnos de hacer cosas que han sido despenalizadas, como es el caso de hacer un referéndum.
¿Cree que llegará este mensaje político a la comunidad internacional?
El juicio se podrá ver en todo el mundo. Ahora nos podrán oír. Vivimos en el siglo XXI, la era de las redes de comunicación.
Desde el soberanismo se da por supuesto que habrá una sentencia condenatoria. ¿Cree que no tendrán un juicio justo?
No podemos tener un juicio justo si toda la instrucción con la que llegamos ya viene viciada por muchas carencias de garantías, empezando por una parcialidad absoluta. Tampoco tendremos un juicio justo porque la Fiscalía y nosotros no lo afrontaremos con las mismas condiciones y no se respetará la primera garantía de todo juicio, que es la igualdad de las partes para preparar la vista. Las nuestras serán unas condiciones durísimas y penosas durante el largo tiempo que durará el juicio en Madrid. A pesar de ello no acudiremos con una actitud de vencidos, al contrario.
¿Piensa que si hay una sentencia condenatoria el independentismo se planteará desobedecer?
No pienso en la sentencia. Estoy concentrado en el juicio y en ponerles muy difícil la no absolución. Ante un ataque a derechos y libertades fundamentales como el que representa este proceso judicial, la sociedad catalana estoy seguro de que tendrá una respuesta pacífica y democrática adecuada. No se quedará con los brazos cruzados.
¿Una eventual investidura de Puigdemont a pesar de las prohibiciones del TS o del TC podría ser una respuesta?
La independencia la lograremos si vamos todos a una, si somos firmes, perseverantes y determinados, activos y pacíficos. Siempre me gusta más hablar de obediencia que de desobediencia: un proceso independentista de obediencia pacífica y democrática a la voluntad de los ciudadanos que han hablado muy claro en las urnas en varias ocasiones. Nuestro juicio es un juicio contra las urnas. El president Puigdemont encarna todo esto.
¿Cree que una sentencia condenatoria sería un buen momento para convocar elecciones en Catalunya?
Insisto en que estoy concentrado en el juicio. En acudir firme y no vencido. No quiero anticipar pantallas.
¿Cree que todos los encausados permanecerán firmes en la no renuncia a los ideales a pesar de la cárcel y de la posibilidad de una condena? ¿O es prioritario conseguir la libertad?
La injusticia de esta causa judicial no hace más que fortalecer nuestras convicciones y nuestro compromiso con lo que hemos defendido y lo que nos ha llevado a la cárcel. El independentismo es una causa noble, justa, pacífica, legítima y democrática. No podemos renunciar. Con la libertad y la democracia no se mercadea, no están en venta. En este juicio nos jugamos el legado de justicia, de democracia y de derechos y libertades que queremos dejar a los más jóvenes y a los que vendrán.
Las defensas han pedido que declare el rey. [Todavía no se había descartado su testimonio]
Lo pedimos porque es el fiscal quien en su escrito de acusación utiliza al rey y su discurso para acusarnos. Pues si sirve para acusar que venga, que tenemos mucho interés en preguntarle cosas en relación a estos últimos dos años.
Por parte del independentismo, ¿se ha abusado de algunas palabras y de un exceso de optimismo cuando se ha prometido una independencia y una República que quizás no eran posibles?
Creo que no porque la independencia de Catalunya es una propuesta en positivo que ilusiona, que es para vivir mejor y que es posible. El país está a punto. Lo que no se calculó bien y es lógico que no se hiciera en una sociedad teóricamente democrática de la Europa del siglo XXI– es que el Estado se movería y actuaría desde lógicas y dinámicas propias de la mitad del siglo pasado.
El independentismo considera que el Tribunal Supremo es juez y parte en este caso?
Desde luego. De hecho, el juez Llarena lo ha dejado escrito. En sus autos ha llegado a escribir críticas al independentismo en primera persona del plural. “Nosotros, los contrarios al procés...”.
Jordi Cuixart ha dicho que se necesitan nuevos liderazgos independentistas porque no se puede dirigir un país desde la cárcel o el exilio. ¿Cómo lo ve?
Creo que lo que urge es, a partir de las circunstancias actuales, definir una partitura conjunta y válida para todos los actores que empujan el proceso hacia la independencia. Si no hay partitura, difícilmente habrá nuevos o buenos directores que quieran dirigir. Esta partitura debe establecer cuál es el papel que puede y debe aportar cada uno desde el exilio, la cárcel, el Parlament, el Govern, las entidades, los partidos, la gente... Obviamente, como dice Cuixart, la cárcel tiene unas grandes limitaciones objetivas. No aceptarlo es hacerse trampas al solitario, pero esto no quiere decir que no podamos hacer nada desde aquí. Se puede hacer mucho. Él también cree eso. De hecho, no para de hacer cosas, como nosotros.
Se ha criticado mucho la falta de unidad del independentismo desde el 21-D. ¿De quién es culpa? ¿De los intereses de los partidos?
La situación de acoso y persecución permanente del independentismo, con personas en prisión y en el exilio, etc., no facilita las cosas para ir bien coordinados con la inmediatez necesaria. Esto no lo debemos perder de vista. No es excusa suficiente, pero no nos podemos evaluar como si nos encontráramos en una situación de normalidad institucional y democrática. Dicho esto, no soy ni de buscar culpables ni de recrearme en los problemas. La lógica que debería movernos es la de pensar todos juntos. Los políticos deberíamos tratar de hacerlo tan bien como lo hace la gente a la hora de ir a la una. Y, sobre todo, pensar más en las próximas generaciones y menos en las próximas elecciones. Ser más autoexigentes nosotros mismos y menos con los de al lado.
El soberanismo de la calle parece estar muy decepcionado con esta falta de unidad. ¿Cree que puede desmovilizar a la gente?
La gente está ahí y es sólida. Es maravillosa. Y ha dado pruebas suficientes de que no se cansará. El Estado cada día da un motivo para seguir. No se desmovilizará, creo. Otra cosa es que si sus representantes no están a la al tura habrá cambios, entre otras cosas porque esto va de abajo hacia arriba y no a la inversa.
¿Qué debería hacer el independentismo para compartir estrategia?
Tener conciencia de la trascendencia del momento y pensar más en las próximas generaciones que en las próximas elecciones. Querer hacerlo tan bien como lo está haciendo la gente.
¿Ha recibido muchas cartas y visitas de leridanos en prisión?
¡Muchas, muchas! ¡Es increíble! Nunca lo podré agradecer como realmente correspondería. Siempre estaré en deuda. Siempre. De Lleida he recibido muchísimas cartas, han venido a cantar, a apoyarnos y dar las buenas noches aquí, en la explanada de Lledoners, ya sea en días laborables, en fines de semana o los mismos días de Navidad o Fin de año. No nos hemos sentido solos en ningún momento. Toni Postius, que es para mí un gran referente de Lleida ciudad, siempre me lo pone de manifiesto.