Raül Romeva: «El discurso del rey dio alas al 'a por ellos'»
SEGRE entrevista a Raül Romeva pocos días antes del traslado a Madrid para afrontar el juicio al proceso por el 1-O
En una entrevista que le hicimos en SEGRE en 2015 dijo que si Montesquieu resucitara le cogería un patatús porque en España no hay separación de poderes. ¿Qué piensa en 2019, cuando lleva 10 meses de prisión preventiva?
Bueno, es curioso porque precisamente es el título de uno de los capítulos del libro [Esperança i llibertat, escrito en prisión; lo acaba de publicar Ara Llibres]. No he cambiado de opinión. Han sido constantes las veces que un miembro del Ejecutivo, ya sea la entonces vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría, el entonces ministro de Justicia, Rafael Catalá, o algún otro, han dado públicamente instrucciones al poder judicial o incluso se han erigido en sus portavoces, avanzando decisiones, autos o resoluciones diversas. Es un hecho también que los autos de la jueza Lamela y el juez Llarena no persiguen la comisión de un delito, sino claramente un ideal político.
Dice que el rey abdicó en Catalunya con su discurso del 3-O y dejó paso a la República. Lo cierto, sin embargo, es que de República no hay ninguna...
En su discurso, el rey habría podido jugar un papel de árbitro neutral, llamar a las partes a iniciar un diálogo político, apelar a la complejidad de la situación para reclamar serenidad y establecer canales de comunicación negociada. Es lo que habría hecho un monarca con verdadero sentido de Estado y convicciones democráticas. No fue el caso. En lugar de ello, optó por avalar la vía represiva y por dar alas al ‘aporellismo’. Haciéndolo, se desentendió de una parte importante de sus súbditos, que ya no lo reconocen como autoridad legítima.
También afirma que el soberanismo debe superar el 50%, en la línea de lo que dice ERC desde el 1-O. ¿Es usted mismo un ejemplo del camino a seguir? Viene de Iniciativa...
En el libro no hablo en estos términos. Personalmente me gusta más hablar de la necesidad de confluir, de encontrarnos, de construir espacios compartidos. Este proyecto no va contra nadie. No es la derrota de nadie lo que me motiva, sino el deseo de construir, colectivamente, un futuro para todos. Sin exclusiones. Nadie puede pretender que vamos a ganar nada imponiéndose una parte del país sobre la otra. Se dice a menudo que el debate sobre la independencia divide, pero la única división cierta en Catalunya es entre los que defendemos nuestras ideas democrática y pacíficamente y los que aceptan que sus fines pueden justificar cualquier medio, como encarcelar políticos o perseguir ideologías para defender la unidad de España. Hay un consenso muy sólido entre la ciudadanía sobre la necesidad de votar en un referéndum. Desde hace años en todas las encuestas el consenso en este aspecto se encuentra sobre el 80% de la población catalana, sea o no independentista. Es el mismo consenso de las personas que rechazan la represión. Son los espacios en los que hay que trabajar y forjar alianzas.
¿Prometió más de lo que podía el independentismo con el 1-O?
Me gusta más hablar de los aprendizajes que nos han dado las experiencias vividas hasta hoy que lamentarme de los posibles errores que hayamos podido cometer. El error está asociado a la culpa; el aprendizaje, en cambio, a la capacidad de mejora. Centrarse en el error estigmatiza, paraliza y desmoraliza. Hacerlo en el aprendizaje permite avanzar. Tener mirada larga significa saber que toda la información acumulada, ya sea de aciertos o de errores, es valiosa para alcanzar el objetivo.
¿Por qué no va unido el sobiranismo? ¿De quién es culpa?
Discrepo que esta sea la realidad. Hay un consenso muy amplio en cuanto a seguir adelante, de manera pacífica y democrática; en que la vía represiva no nos debe detener; en que lo que nos mueve no es ningún ansia de victoria sobre nadie, sino la voluntad de construir un futuro ético, justo, inclusivo y solidario en forma de República para todos... Y eso lo defiende gente de todo el espectro político y de toda condición social. Asimismo, no existe, ni aquí ni en ninguna parte del mundo, ningún manual de instrucciones que indique qué hacer en circunstancias como las que estamos viviendo. Construir consensos es una tarea lenta, compleja y que requiere paciencia y generosidad. Lo primero que se necesita para conseguir una estrategia unitaria es dejar de decir continuamente que no existe unidad por culpa de aquel o del otro, y fijarse en las muchas coincidencias que existen.
Dice que el Estado ha actuado por venganza y ha seguido la estrategia de Vox, y llega a afirmar que algunas personas de este partido, si hubiera pena de muerte, querrían que se les aplicara a ustedes. También dice que algunos sectores herederos del franquismo, que obtuvo el poder con un golpe de Estado, han tergiversado el relato hasta llamarles ‘golpistas’ a ustedes. ¿Piensa que el independentismo se ha dejado quitar el lenguaje?
Como recuerda Sánchez-Cuenca en su libro La confusión nacional, el nacionalismo franquista (el de la España una, grande y libre) fue de una gran exclusión ideológica, negaba incluso la condición de español a personas de izquierdas o nacionalistas, y desgraciadamente la democracia española en 40 años no ha sido capaz de ofrecer la reparación necesaria, ni ideológica ni mucho menos un reconocimiento, a los mal llamados antiespañoles. Quizás el problema es que no hemos sabido saldar algunas deudas importantes con el pasado.
Ha dicho usted que en el juicio no tienen nada de qué defenderse. ¿Cree que tendrán un juicio justo?
Nos defenderemos como si fuera un juicio, con todos los argumentos racionales y las pruebas objetivas que demuestran que, ante una ficción construida, la única sentencia posible es la absolución. Pero no encaramos la defensa como un gesto legal, sino más bien moral. Entendemos el juicio como la continuación de nuestra demanda pacífica y democrática por otros medios. Desgraciadamente el juicio no tiene nada que ver con la justicia. La prisión preventiva, la división de procesos y causas, la indefensión en la instrucción o la configuración del tribunal así lo demuestran. Encaramos la defensa como un gesto moral.
En el libro cuenta cosas impactantes de la cárcel. Explica, por ejemplo, que Junqueras tuvo que matar escarabajos con un ejemplar de la revista ‘El Jueves’.
Sí. Bueno, fue una situación producto de las circunstancias cuando estábamos en la cárcel de Zuera. Con Oriol hemos pasado mucho tiempo juntos y lo hemos compartido prácticamente todo. Le estoy muy agradecido porque siempre nos hemos apoyado, y porque me ha librado de más de un escarabajo.
Le afectó mucho que Forn se quedara en la cárcel cuando algunos de ustedes salieron...
Estaba preparado para que me dijeran que yo no salía, pero no para que se lo dijeran a él. Ese momento fue muy díficil.
¿Es consciente de que una defensa solo política, no jurídica, puede comportar una condena dura?
He asumido que la cárcel es una herramienta política. Asumí que formaría parte de nuestra lucha pacífica. La prisión ha sido dura y llena de ensañamiento, pero no la tememos, y si el precio de la libertad es una larga condena, la asumiremos.
Ha dicho que la vía unilateral provoca recelos . ¿La descarta?
El debate entre unilateralidad o multilateralidad es muy instrumental. Quizás más que un mapa o una hoja de ruta, lo que necesitamos es un gps capaz de hallar las vías más oportunas.
¿Ha recibido mucho apoyo en la cárcel? ¿También de gente de Lleida?
Con Esperança i llibertat he querido compartir unas vivencias muy personales. Pero sobre todo espero que sirva para agradecer tantas muestras de apoyo y calor, y sobre todo todas y cada una de las reflexiones que me han llegado. Es evidente que no todas son cómodas, en muchos casos discrepamos, pero por eso mismo son de agradecer. En el libro recojo los trabajos del Plan de Fosas de El Soleràs, que iniciamos en Figuerola d’Orcau, y hablo también de la visita que hice a Lleida durante la campaña del 21-D. He recibido muchas cartas y muestras de aprecio de Lleida y el Pirineo, las llevo en el corazón cada día, solo puedo expresar de nuevo todo mi agradecimiento.