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Las calles de las ciudades afectadas siguen en restauración 10 años después del terremoto.

Las calles de las ciudades afectadas siguen en restauración 10 años después del terremoto.EFE

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Los supervivientes del seísmo que sacudió la ciudad italiana de L’Aquila en 2009 recordaron ayer, en el décimo aniversario de la tragedia, a los fallecidos con una marcha por la ciudad y lamentaron que la reconstrucción de los daños ocasionados por el terremoto avancen de una manera tan lenta debido a los escándalos de corrupción que sufrió el proceso.

El 6 de abril de 2009 a las 03.32 de la madrugada un terremoto de 6,3 grados en la escala abierta de Richter despertó súbitamente a los habitantes de esta ciudad del centro de Italia y a los residentes de los pueblos aladeños.

Miles de personas marcharon a la hora del suceso por L’Aquila para recordar a las víctimas

El seísmo dejó 309 fallecidos, más de 1.500 heridos e innumerables destrozos materiales. Más de 80.000 personas perdieron su hogar y tuvieron que se reubicadas.

Miles de personas, incluidas diferentes autoridades italianas del Gobierno y la oposición, marcharon la madrugada del sábado por las calles del centro histórico, iluminando L’Aquila con antorchas, hasta llegar a Piazza Duomo, en el corazón de la ciudad, para escuchar 309 tañidos de campana en memoria de cada una de las víctimas.

Otro de los hechos que lamentaron los ciudadanos de las ciudades y pueblos afectados fue que después de diez años y con más de 20.000 millones de euros de inversión, el casco antiguo de L’Aquila siga a día de hoy reparándose. En las estrechas calles del centro de la ciudad la destrucción todavía es visible. Una densa red de andamios entre los edificios bloquea las calles de la histórica ciudad y los edificios residenciales permanecen inhabitables. Los techos de los edificios de piedra siguen derrumbados y falta reconstruir muros enteros. Para la mayoría de los residentes en las ciudades y pueblos afectados, la vida de sus habitantes aún no ha vuelto a la normalidad muchos vecinos continúan viviendo en casas improvisadas que suponían una solución temporal. En algunos pueblos, como en el de L’Aquiles, la corrupción y la capitalización de la catástrofe han convertido la reconstrucción en un hecho con un final imprevisible, ya se han gastado más de 20.000 millones de euros, y el casco antiguo de la ciudad sigue malherido.

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