NEGOCIACIÓN COMERCIO
La UE y Londres se encallan en el acuerdo pos-Brexit
Grandes diferencias provocan incertidumbre a un mes de agotar el plazo || Johnson somete a votación su ley de mercado interno
El Reino Unido y la Unión Europea (UE) se resisten a tirar la toalla en las negociaciones para definir su relación pos-Brexit, aunque las grandes diferencias que persisten siembran la incertidumbre a menos de cuatro semanas del final del período de transición.
La primera presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, mantuvo ayer una conversación telefónica con el primer ministro británico, Boris Johnson, para tratar de acercar posturas después de que la negociación, que apuntaba a un inminente acuerdo entre los equipos negociadores reunidos de ambos bandos se torcieran el jueves y optaran por interrumpirlas.
La gobernanza del acuerdo, la pesca y las garantías de competencia son los grandes problemas
Durante más de una hora, los líderes confirmaron los progresos realizados y se comprometieron a seguir las negociaciones, pero refrendaron los tres escollos en los que llevan atascados desde hace meses: las garantías de competencia justa, la gobernanza del acuerdo y la pesca. En este sentido se comprometieron a volver a hablar mañana para continuar analizando la situación.
El Reino Unido apuntó con el dedo hacia París como responsable del atasco de las conversaciones después de que el presidente galo, Emmanuel Macron, amenazara con vetar cualquier pacto que contenga lo que considera unas condiciones inaceptables, sobre todo respecto a la pesca. Las cuotas pesqueras tienen un peso político muy por encima de su relevancia económica tanto para la UE como para el Reino Unido, donde apenas representa un 0,1 % de su Producto Interior Bruto.
Por si al camino le faltasen espinas, la Cámara de los Comunes británica tiene previsto debatir mañana el proyecto de ley de Mercado Interno, con el que Johnson pretende garantizar la libre circulación de bienes entre todos los territorios del Reino Unido.
Sin un nuevo tratado, la UE y el Reino Unido pasarán a comerciar bajo los términos de la Organización Mundial del Comercio, lo que implicaría la imposición de aranceles a uno y otro lado del canal de la Mancha, entre otras cosas.