La UE planta cara a Hungría por los derechos LGTBIQ

La nueva legislación húngara que prohíbe hablar de la orientación sexual en escuelas ha sido el punto de inflexión para una gran mayoría de líderes europeos en el tira y afloja entre Bruselas y Budapest: hay una oposición mayoritaria y prácticamente inédita a la que consideran la más reciente afrenta de Viktor Orban a los derechos fundamentales.

Solo Polonia, tradicional aliado de Hungría en estos asuntos, y Eslovenia, cuyo primer ministro es conocido como el “Trump europeo”, defendieron la postura húngara en el debate sobre derechos del colectivo LGTBIQ en la cumbre europea que acabó ayer después de que la presidenta de la Comisión Europea advirtiera de que la legislación magiar que equipara la pedofilia con la homosexualidad era “vergonzosa”.

Descrito por los presentes como “emocional”, “duro” o “necesario”, el debate de la cumbre contó con intervenciones de todos los jefes de Estado y de Gobierno de la Unión Europea, incluyendo al único de los veintisiete actuales que es abiertamente gay, el luxemburgués Xavier Bettel.

Este ya había dicho a la prensa antes de entrar en la reunión que lo más difícil de su homosexualidad había sido “aceptarse a sí mismo” y cómo contárselo a sus padres.

Aunque el asunto no volvió a colarse ayer en la agenda de la cumbre, centrada en la recuperación económica poscovid, sí lo hizo en las ruedas de prensa que los líderes han dado al término del encuentro.

Países como Francia, Alemania o España criticaron la postura húngara, aunque uno de los más duros fue el primer ministro portugués, António Costa, que en la línea del neerlandés Mark Rutte -quien dijo el jueves que esta Hungría “no tiene cabida” en la UE-, quiso recordar que “no puedes ser miembro de la Unión Europea si no respetas ni aceptas los valores de la Unión Europea”.

Orban, por su parte, respondió a las críticas, en especial de Rutte, y reclamó “respeto”, advirtiendo de que no está dispuesto a “arrodillarse”.