ENTREVISTA POLÍTICA ECONÓMICA
Yolanda Díaz: «Quien rechaza subir el SMI no lo ha cobrado nunca»
En torno a un millón y medio de personas que cobran el salario mínimo están recibiendo estos días su primer sueldo con el aumento de 15 euros. ¿Le parece suficiente?
Lo que ha hecho el Gobierno es muy relevante, porque no solo no estamos bajando los salarios, como hizo en la anterior crisis el PP, sino que los estamos subiendo un 1,7%, es decir, por encima de lo pactado en la negociación colectiva ordinaria. En diciembre volveremos a subir el salario mínimo y vamos a terminar el mandato cumpliendo con el objetivo de que alcance el 60% del salario medio. Hablar de salario mínimo es hablar de jóvenes y de las profesiones más precarizadas.
¿Cree que habrá empresas que cerrarán por la subida que se ha aprobado?
No, ninguna. Hay 16 millones y medio de trabajadores asalariados en nuestro país que están sujetos a convenio colectivo y solo un millón y medio que no, es decir, que estamos hablando de quien más lo necesita, de jóvenes, de mujeres: en definitiva, de precariedad. Los agoreros que hoy se oponen a subir el salario mínimo nunca lo han cobrado, no saben de qué están hablando o no quieren saberlo.
La inflación es del 4% y la subida del 1,7%. ¿Cómo puede permitir un Gobierno progresista que estos trabajadores pierdan poder adquisitivo? Debemos hacer pedagogía: no vinculemos el salario mínimo al IPC....
Las pensiones, por ejemplo, lo están. Pero no es lo mismo. Yo el año pasado subí 50 euros el salario mínimo, muchísimo más que el IPC, y lo voy a subir siguiendo la senda de los expertos, muchísimo más que el IPC. Sé que hay un problema de pérdida de poder adquisitivo, claro que sí, pero el Gobierno, con los sindicatos, ha subido el salario mínimo más de lo que están subiendo los sueldos en la negociación ordinaria, que están creciendo un 1,5%.
¿Es seguro un nuevo aumento en enero de 2022?
Creo que todo lo que digo se cumple, se tardará más o menos, pero se cumple. Esa teoría del goteo, de que concentrando la riqueza en los de arriba va goteando hacia los de abajo, es una falacia. Sé que hay gente en el Gobierno que piensa eso, pero desde luego los hechos empíricos demuestran lo contrario.
Ha vencido el plazo constitucional para presentar los Presupuestos al Congreso. Aunque con retraso, ¿avanza esa negociación?
Va a haber Presupuestos, quiero mandar un mensaje de tranquilidad. Pero es verdad que tenemos diferencias. Para nosotros, la vivienda es uno de los principales problemas, es misión imposible pagar el alquiler. Y es muy importante hablar de impuestos: nadie comprende que una pequeña tienda de barrio o un autónomo paguen más impuestos que una gran empresa. Los que más tienen, más tienen que aportar para que les podamos bajar los impuestos a los que menos tienen. No nos van a juzgar por los indultos, nos van a juzgar por el cambio social que propiciemos, y hay un riesgo cierto de salir de esta crisis más desiguales.
¿Va a aceptar el PSOE su propuesta de un tipo mínimo del 15% para el impuesto de sociedades?
Estoy negociando y he de ser prudente. Pero estamos poniendo en marcha un montón de medidas para proteger a la gente que tienen un enorme coste, necesitamos ingresos públicos, y tienen que venir de los que hoy no pagan impuestos o no pagan lo que deberían. España tiene un impuesto de sociedades similar al europeo, pero está plagado de deducciones y bonificaciones fiscales que permiten que una gran empresa tribute al 3% o al 1% cuando un trabajador o una empresa pequeña paga muchos más impuestos.
Los socialistas argumentan que la ley de vivienda debe negociarse independientemente de los Presupuestos. ¿Se conformarían únicamente con un compromiso de que se va a regular el alquiler?
En el derecho decimos que donde hay papeles, las barbas se callan. Yo he firmado un documento y se tiene que cumplir, y me tomo las negociaciones muy en serio. Es evidente que el PSOE no quiere aprobar medidas que supongan, de facto, la bajada del precio del arrendamiento. Pero esto ya nos ha pasado con la electricidad, y nosotros estamos aquí para defender el interés general de la gente.
¿Por qué confía en que lo que no se ha podido desbloquear en un año se haga en una semana?
A mí me ha costado nueve meses subir el salario mínimo. Esta cuestión la tiene que resolver la otra parte del Gobierno. Nosotros, desde que Pablo Iglesias desbloqueó la negociación presupuestaria hace un año [firmando el acuerdo para una ley de vivienda], estamos dispuestos. Pero el acuerdo dice lo que dice.
En la reforma que se está negociando, ¿Unidas Podemos aceptaría alargar la edad real de jubilación de los boomerso una pequeña bajada en su pensión para sostener el sistema?
Soy clara: no. Y el Gobierno no está trabajando en eso. Trabajar hasta los 67 años en los sectores productivos que definen a la economía española es hacerlo en condiciones muy duras.
¿En qué punto se encuentra la negociación para derogar la reforma laboral?
Está muy avanzada. Lo que más nos ocupa ahora mismo es cómo abordamos la reducción de la temporalidad. Es lo más delicado, pero [la nueva ley] tiene que estar publicada antes del 31 de diciembre en el BOE, y va a estar.
La patronal se ha mostrado reacia a sus propuestas para reducir la temporalidad.
Es verdad que es complejo, porque una parte de la economía productiva de España está basada en factores estacionales, y eso es muy difícil de abordar. Pero es que, desde el año 2012, en el SEPE han entrado 165 millones de contratos, y no hay un país en el mundo que gestione eso. Esto no se produce por una maldición divina, sino por un marco normativo que lo permite y unas prácticas empresariales que lo permiten.
¿Tiene algo más claro si va a ser candidata en las elecciones?
No, estoy trabajando en algo mucho más difícil: levantar un proyecto de país para la próxima década, que modernice de una vez por todas España y que cuente con muchas manos y con muchas voces, con distintas sensibilidades. Que sea de la gente, que lo construya la sociedad, no yo.
¿Eso en qué se traduce?
En un proyecto que busca una sociedad nueva y que culminará finalmente en una perspectiva electoral o no, pero en la que yo no estoy pensando. Hay mucha gente que se quiere presentar a las elecciones y lo tiene clarísimo, yo no.
Defiende el protagonismo de la sociedad por delante de los partidos, pero a las elecciones se presentan partidos, coaliciones o agrupaciones de electores.
Los partidos que ya existen son importantísimos, y tendrán que decidir dónde y cómo quieren estar. Pero la centralidad de los proyectos sociales no son los partidos, que son puros instrumentos, son una vía, un mecanismo, pero no son fines en sí mismos. Estoy un poco preocupada porque últimamente estamos reforzando el carácter identitario de los partidos, y no es uno, son todos los partidos. Cuando alguien dice priorizo mi plataforma electoral frente a lo que la ciudadanía está diciendo, estamos ante una regresión.
Ese proyecto ¿no necesariamente tendría que ir a las urnas con la marca de Podemos?
En 2012, en Galicia, yo militaba en IU y prescindí de las siglas [para conformar la coalición AGE con Anova]. Las siglas, los nombres, los partidos... todo eso es importantísimo, pero no pueden ser un obstáculo para avanzar.