UE REINO UNIDO
Un año de Brexit en el precipicio
Lleno de incertidumbres y trabas comerciales || Johnson, contra las cuerdas en su propio partido, no logra que se vean los beneficios que prometió para los británicos con la marcha de la UE
El primer año del Brexit, que se materializó la medianoche del 31 de diciembre de 2020, se cumple con el comercio deprimido entre ambos lados del canal de la Mancha, las relaciones del Reino Unido y sus vecinos en las horas más bajas, y la misma incertidumbre que hace doce meses en Irlanda del Norte. Londres ha evitado los peores escenarios que se anticipaban antes de la ruptura, en parte porque el impacto de la pandemia dificulta estimar los efectos directos del Brexit. Al mismo tiempo, el controvertido Protocolo para Irlanda del Norte, la piedra angular del acuerdo con Bruselas que tardó años en fraguarse, amenaza con derrumbarse con menos de un año de vida.
El Reino Unido considera que está provocando demasiados problemas socioeconómicos en la región, por lo que exige renegociar sus términos con urgencia.Si en las próximas semanas la UE no se aviene a suavizar los controles de mercancías acordados, eliminar el papel de los tribunales europeos para dirimir diputas comerciales y flexibilizar las normas sobre subsidios estatales en Irlanda del Norte, el Gobierno británico ha avanzado que dejará de aplicar ciertas obligaciones del protocolo de manera unilateral.El Gobierno británico aspiraba a dejar lista la negociación sobre el Protocolo para Irlanda del Norte en las últimas semanas de diciembre, pero tras numerosas rondas de contactos con Bruselas sin avances significativos, aceptó demorar la resolución del problema hasta principios de este año 2022.El Protocolo norirlandés lleva incorporada una cláusula que permite a una de las partes desactivar las disposiciones que considere demasiado dañinas. Invocarlo abriría un proceso de arbitraje bilateral, además de una profunda crisis política.Los expertos anticipan que ese escenario podría llegar a desencadenar una guerra comercial. Además, en las últimas semanas se ha especulado con la posibilidad que la UE diera por anulado el Acuerdo de Comercio y Cooperación con el Reino Unido, una decisión extrema con la que el Brexit volvería a la casilla cero y abocaría a ambos lados, una vez más, al abismo de una ruptura sin acuerdo.En cuanto a la política interna, la división entre los conservadores británicos agrava la situación para su líder, Boris Johnson, que antes de ser primer ministro y, en plena campaña anti UE, prometía una serie de beneficios para los británicos que no acaban de llegar.
La celebración de otro referéndum en Escocia espera una estrategiaLos comentaristas políticos escoceses no logran deducir si la Ministra Principal de Escocia, Nicola Sturgeon, quiere un referéndum de independencia lo más pronto posible, o prefiere esperar a que el apoyo sea tan claro para obtener una victoria definitiva, y no correr el riesgo de una derrota como la que tuvo en 2014. De repetirse el ‘no’, podría dejar la causa soberanista en una situación tan precaria como la que hay entre los independentista de Quebec.La posición oficial de Sturgeon es que en 2022 se prepare el terreno para hacer la consulta en 2023, aprovechando la mayoría absoluta de su partido, el SNP, y de los verdes para sacar adelante en el Parlamento escocés la legislación necesaria para desafiar a Londres. Sin embargo, en los últimos dos años la Covid-19 le ha permitido retrasar una decisión y ganar tiempo.
La propia evolución de la pandemia marcará en gran medida si la propuesta de un referéndum sigue adelante.