Trapero dice que un juez le pidió investigar sin indicios

El excomisario jefe de los Mossos d’Esquadra Josep Lluís Trapero aseguró ayer en la Audiencia de Barcelona que el juez Joaquín Aguirre quería que intervinieran los teléfonos de toda una unidad de la Guardia Civil en 2010, además de hacer registros en sus domicilios y despachos en el cuartel de Sant Andreu de la Barca. Se trata de una actuación incluida en el marco del caso Macedonia, sobre un grupo de narcotraficantes y presunta corrupción policial investigada por los Mossos y en la que terminó resultando imputado un subinspector del cuerpo, Josep Ranea, y un confidente policial, Manuel Carbajo, acusado de liderar una red de narcos. Trapero afirmó que Aguirre le pidió la actuación en una reunión en la que mostró “que no estaba contento con lo que se había avanzado” en la investigación, aunque él discrepó.

En este sentido, alega que rechazó la propuesta al carecer de criterio e indicios contra los agentes, pero dijo que si se lo ordenaba por escrito lo harían. “Puede pasar y pasa muchas veces que haya un policía corrupto. Pero dieciséis policías y que todos tengan que ver con una operación es poco creíble”, apostilló.

Según dijo, la negativa enfadó a Aguirre, que dio la reunión por terminada y un tiempo más tarde retiró a los Mossos el liderazgo de la investigación.Trapero no escondió su mala relación con el juez, y lamentó que once años después sigue recibiendo “los efectos” de la conversación que tuvo con él. Aseveró que las filtraciones del caso buscaron “desacreditar” tanto a los Mossos como al confidente. “Es como actúa la corrupción”, sentenció.Por otro lado, el excomisario esgrimió que durante el tiempo en el que Carbajo fue confidente de los Mossos no tuvo ningún indicio de que se dedicara al tráfico de drogas.

Respecto a Ranea, se limitó a decir que no le consta que haya actuado “en contra de los intereses de los Mossos”, y recordó que fue considerado un buen “investigador de calle” que había ayudado a muchas unidades con sus contactos.