Sucesos
Condenan a 24 años de cárcel a un hombre que violó a su hija desde los 5 años
La Audiencia de Pontevedra ha condenado a 24 años de cárcel a un hombre que violó de forma continuada a su hija desde que tenía apenas 5 años y hasta que le denunció, cuando la menor tenía 17 años.
A esta condena por un delito continuado de agresión sexual sobre menor de edad, el tribunal ha sumado los delitos de violencia psíquica habitual y agresión sexual sobre su mujer, que sufrió este maltrato desde que se casaron, en 1990, hasta 2019. Las magistradas de la Audiencia pontevedresa le obligan además a indemnizarlas con 65.000 euros por los daños morales causados, 50.000 para su hija y 15.000 para su esposa.
El condenado no podrá acercarse a ninguna de ellas durante los próximos 37 años, según recoge la sentencia, que ha divulgado el Tribunal Superior de Justicia de Galicia. El fallo recoge que el tribunal considera que la declaración de la joven contra su padre fue "seria, clara y creíble", una credibilidad a la que ha sumado "datos corroboradores" expuestos tanto por su madre como por sus hermanos.
Tras quedar probadas las consecuencias físicas y psíquicas de estos abusos, que le motivaron problemas de estrés y ansiedad, la sala hace referencia en la sentencia a los "morados" que tenía en su cuerpo o a su cambio de carácter una vez interpuesta la denuncia. En cuanto a los hechos relativos a su esposa, la Audiencia recalca que las pruebas practicadas llevan a considerar que el maltrato psicológico "se ha producido y que ha sido de forma habitual".
Las magistradas explican que no se trata de "expresiones puntuales" que sean injuriosas o vejatorias, sino de una forma "continua y normalizada" de trato a su mujer, que mantenida en el tiempo llegó a anularla como persona. Además, indican que las acciones del acusado abarcaron todos los aspectos de la vida de la perjudicada, hasta convertirla, como ella misma señaló, "en una dictadura".
El condenado ostentaba el "control del dinero", que le restringía a su mujer "hasta llegar a impedir cualquier tipo de vida social, amenazándola con quitarle a sus hijos" si cuando él no estuviese fuesen hombres a casa. No le permitía además relacionarse con los vecinos o con su familia, salvo con los padres, "limitando su libertad en cuestiones sin aparente trascendencia", recalca el tribunal, como el hecho de que no le permitiera ir a ver jugar al fútbol a sus hijos".
Esta situación de "control y dominación", concluye la sentencia, se extendió a las relaciones íntimas del matrimonio, "siendo el acusado quien determinaba y decidía cuándo y cómo se mantenían, llegando a imponer su voluntad a su mujer".