ASIA CONMEMORACIÓN
Hiroshima lucha contra el olvido
La ciudad japonesa recuerda en el 77 aniversario a las miles de víctimas del bombardeo atómico || Japón busca trasladar su trágica historia a una nueva generación de líderes mundiales en plena guerra de Ucrania y recrudecimiento de las tensiones en torno a Taiwán
Setenta y siete años después del bombardeo atómico sobre Hiroshima, esta ciudad del oeste de Japón busca trasladar su trágica historia a una nueva generación de líderes mundiales ante la inquietud por la invasión rusa de Ucrania y la escalada de las tensiones en Asia. Hiroshima, la primera ciudad en ser bombardeada con armas nucleares el 6 de agosto de 1945, será la sede de la reunión del G7 el próximo mayo, desde donde busca trasmitir un mensaje de paz y en contra de las armas nucleares, ante una nueva tanda de líderes globales.
En 2016, Barack Obama, persuadido por el entonces primer ministro japonés Shinzo Abe, fue el primer presidente de Estados Unidos en viajar a la ciudad objetivo de los bombardeos estadounidenses, en una visita histórica que ahora el actual mandatario nipón, Fumio Kishida, busca repetir con el nuevo presidente de EEUU, Joe Biden.
Para el alcalde de Hiroshima, Kazumi Matsui, la ciudad es un ejemplo de por qué Japón no debe tener armas nucleares, después de que varias facciones políticas niponas sugirieran esta posibilidad ante la invasión rusa de Ucrania y la creciente amenaza de Pionyang, que estaría preparado para un nuevo test atómico en cualquier momento, a lo que se suma la nueva crisis en el estrecho de Taiwán.
La preocupación por la situación mundial también está presente entre los hibakushas -supervivientes de la bomba atómica-, personas que tienen ahora al menos 77 años y que han ido muriendo en las últimas décadas por los efectos secundarios de la radiación o causas naturales.
“Simpatizo con lo que está sucediendo en Ucrania, ya que son siempre mujeres y niños los más afectados y no quiero ver a nadie pasar por lo mismo que nosotros pasamos. Sólo puedo describirlo como un infierno”, explica Yoshiko Kajimoto, una superviviente de 91 años, que estaba a 2,3 km del “punto cero” de la explosión. Relata cómo se las ingenió para huir del edificio en el que se encontraba ese día arrastrándose entre los escombros junto a una amiga y cómo después pasó tres días sin comer o beber nada cargando cuerpos de amigos y conocidos.
Como la naturaleza de la bomba y los efectos de la radiación eran desconocidos en aquel entonces, su padre pasó días cerca del hipocentro ayudando a mover cadáveres y murió meses después, mientras que la propia Kajimoto sufrió un cáncer años más tarde, posiblemente relacionado con la radiación, según sus médicos.
“Llevábamos a un amigo en brazos, el cielo estaba completamente rojo y todo lo que podíamos hacer era llorar”, lamenta la superviviente, quien dice que “no hay guerras para lograr la justicia” y que su deseo es que “las armas nucleares desaparezcan del planeta”.
El Enola Gay fue el avión que el 6 de agosto de 1945 soltó sobre la ciudad la primera bomba nuclear utilizada en combate real y bautizada como Little Boy, precipitando la rendición de Japón y el final de la II Guerra Mundial. Acabó de forma inmediata con la vida de unas 80.000 personas. A finales de 1945, el balance se elevaba a unas 140.000 y en los años posteriores, más del doble.