ÓBITO POLÍTICA
Miles de rusos dan su último adiós a Gorbachov en un funeral sin Putin
El exlíder de la Unión Soviética fue enterrado en un acto sin honores de Estado || Solo algunos embajadores y el primer ministro húngaro acuden a la ceremonia
El primer ministro húngaro, Viktor Orban, se despide del expresidente soviético Mijaíl Gorbachov
Miles de personas se acercaron ayer hasta la Casa de los Sindicatos de Moscú para despedir al último líder de la Unión Soviética, Mijaíl Gorbachov, en un acto que contó con la presencia de diferentes diplomáticos occidentales pero al que no acudió el presidente ruso, Vladímir Putin, que alegó problemas de agenda. Sin luto nacional, ni funeral de Estado, el mandatario ruso se limitó el miércoles a depositar un ramo de flores en el féretro del exdirigente soviético. La Fundación Gorbachov había informado de que el acto sería abierto al público y miles de personas respondieron a la llamada, con largas colas en las inmediaciones de la Casa de los Sindicatos para intentar acceder a la sala donde reposaban los restos del antiguo mandatario.
La gran afluencia de gente obligó a alargar la vigilia. Por parte de la cúpula política rusa, la presencia más representativa fue la del vicepresidente del Consejo de Seguridad, Dimitri Medvedev. También acudieron los embajadores de varios países occidentales, entre ellos los de EEUU, Reino Unido y Alemania.
El primer ministro húngaro, Viktor Orbán, fue el único jefe de Gobierno europeo en hacer acto de presencia. Gorbachov fue enterrado en el cementerio moscovita de Novodévichi, donde el último líder soviético yacerá junto a su mujer, Raisa, muerta de cáncer en 1999. Allí también descansan los restos de otro antiguo secretario general del Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS), Nikita Jruschov, y de Yeltsin.
El féretro fue enterrado al son de una banda militar que tocó el himno nacional ruso y con una salva de artillería.El padre de la perestroika falleció el 30 de agosto en un hospital de la capital rusa a los 91 años y, desde entonces, ha quedado de manifiesto la disparidad entre el recuerdo que guardan de él los gobiernos occidentales, que le agradecen su papel en el fin de la Guerra Fría, y la frialdad demostrada en su propio país. Entre la ciudadanía rusa sigue cundiendo cierto malestar hacia una figura que asocian al fin de una época de esplendor y la tibieza del actual Gobierno, concentrado en justificar a toda costa su actual aventura bélica en Ucrania.
