Entre el voto ideal y el útil

Cuando todavía podían publicarse encuestas (hasta el lunes pasado), uno de cada tres votantes decía estar indeciso. Hoy, presumiblemente, la mayoría habrá echado cuentas de a quién votar para que salga la combinación que más le convence. Buena parte de la campaña ha estado marcada por las llamadas al voto útil, más que al voto ideal (el que se adapta a nuestra ideología) e incluso, para los más puristas, al voto efectivo.

Significa que muchos votantes depositan su sufragio en clave estratégica, saltándose su verdadera opción política, o pensando en lo que no quieren. Y esto es así porque el Gobierno estatal no está respaldado por una mayoría absoluta en el Congreso desde 2011, cuando Mariano Rajoy (PP) obtuvo 186 escaños. La irrupción de Podemos y Ciudadanos en la siguiente convocatoria de 2015 (con 69 y 40 diputados) hirió de muerte al bipartidismo hasta el punto de forzar unas nuevas elecciones seis meses después.

Desde entonces, la cámara baja es más plural y las mayorías, más difíciles. Las de hoy son las decimosextas elecciones generales y las décimas que se convocan de forma anticipada. Desde 1977, solo ha habido 4 mayorías absolutas.

Los principales partidos a nivel estatal, PSOE y PP, que se han alternado en el Gobierno desde 1982, han trasladado al elector que solo votarles a ellos tiene alguna utilidad, mientras que en Catalunya los partidos independentistas han tratado de romper este mensaje maniqueo, aunque desde la desunión y más como rivales que como aliados.En Lleida, donde 317.224 electores están llamados a elegir hoy a cuatro diputados al Congreso y a cuatro senadores, una parte de los sufragios quedarán sin representación por la matemática del sistema proporcional. Pero dicen los expertos que será en las provincias con menos representación, precisamente, donde se decida el próximo Gobierno: en una veintena de circunscripciones, el último diputado estaría a dos puntos o menos de cambiar de partido. Las encuestas dan como favorito al PP, pero tanto si gana Feijóo como si lo hace Sánchez necesitarán apoyos para gobernar, de modo que el voto puede distribuirse en dos bloques: PSOE-Sumar y PP-Vox.

En Lleida, la cosa cambia. Las elecciones municipales de mayo situaron a ERC y Junts de nuevo en primera línea en un empate técnico con 668 concejales cada uno, muy lejos del tercer partido (PSC, con 170 ediles), pero hubo una clara desmovilización del voto independentista, al que ahora se ha tratado de apelar. En paralelo, las últimas elecciones generales (noviembre de 2019) y las anteriores (abril del mismo año) dieron a Lleida dos diputados de ERC, uno de Junts y uno del PSC.

También 3 senadores a ERC y uno a Junts.La encuesta que publicó SEGRE hace una semana daba hasta dos diputados al PSC, aunque el segundo, con posibilidad de decantarse por el PP; uno a ERC y uno a Junts. La urgencia que se ha trasladado durante la campaña para tratar de movilizar el voto (principalmente, el de izquierdas) puede traducirse en una participación mayor a la esperada por ser un 23 de julio. A tenor del voto por correo, así podría ser: un 4% de los electores leridanos ya han votado, casi un 80% más que en 2019.

Históricamente, la participación en las generales es elevada, aunque en la última convocatoria apenas superó el 66% en el Estado, pero fue más del 69% en Lleida. El pasado 28-M bajó por primera vez del 60% (59,45).