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ENTREVISTA REPORTERO DE GUERRA

Gervasio Sánchez: «La guerra es un gran negocio, enriquece a mucha gente»

«La guerra és un gran negoci, enriqueix molta gent»

«La guerra es un gran negocio, enriquece a mucha gente» - AMADO FORROLLA

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Gervasio Sánchez (Córdoba, 1959) ha cubierto, como reportero gráfico, la mayor parte de los conflictos armados de América Latina y la guerra del Golfo desde 1984 hasta 1992; también desde entonces la guerra de Bosnia y otras crisis en África y Oriente Medio. Tampoco se ha perdido la guerra de Ucrania, cuyas crónicas publicó SEGRE durante diversos meses.

¿Se acabará algún día el trabajo de reportero de guerra?

No se acabará siempre que los dueños de los medios de comunicación sigan creyendo en la necesidad de una información de calidad.

Lo que parece que no se acabará nunca son las guerras.

La guerra es un gran negocio. Con todo lo que se ha hablado y publicado desde el 7 de octubre sobre Israel y la franja de Gaza, hubo una noticia a los dos días que me sorprendió que quedara aparcada: las empresas de armamento de Estados Unidos y Europa se dispararon en las bolsas. La guerra atrae el dinero y produce el enriquecimiento de muchas empresas y de los banqueros que las financian.

¿Qué le empujó a convertirse en reportero de guerra?

Desde el instituto ya tenía claro que quería ir a la guerra. Y no por vivir aventuras, porque después te das cuenta de que la guerra no tiene nada de aventura, es un desastre y una tragedia absoluta para la sociedad que la sufre. Siempre creí que era importante mostrar lo que ocurre en las zonas ‘oscuras’ del mundo, y llevo cuarenta años intentando entender algo mejor este mundo.

¿Cómo ha cambiado el trabajo en la guerra?

Bueno, ahora es más peligroso debido a las nuevas tecnologías militares. Hay que tener mucho cuidado con los drones, que te pueden lanzar un explosivo por el aire. Antes también podías sufrir un bombardeo, pero ahora son mucho más precisos. Recuerdo en mis inicios en que usábamos el fax. Después llegó el teléfono por satélite, pero en Sarajevo se cortaba la comunicación cada dos por tres. Ahora en Ucrania ya tenía internet.

¿En qué lugar se lo han puesto más difícil?

Pues resulta que fue en marzo de 2020, en la primera vez que trabajé en España. Nunca antes había estado en un lugar conflictivo con una pandemia con tanta censura como la que hubo aquí. No te dejaban entrar en hospitales o residencias de mayores. Los políticos lo justificaban aludiendo a los derechos de las víctimas, pero yo creo que fue por su incapacidad para solucionar los problemas. La censura en las guerras siempre te lo pone muy difícil, también ahora en Ucrania y mucho más en Rusia. Pero te tienes que amoldar y buscarte la vida. Por ejemplo, cubrí la Guerra del Golfo desde Israel y no me daba la gana pasar la censura previa de las autoridades israelís. Siempre tuve que convencerles de que mis fotos no eran peligrosas.

La guerra de Bosnia le marcó.

Ya había cubierto muchos conflictos armados en América Latina, pero cuando llegué a los Balcanes me costó mucho entender por qué la gente se mataba. En El Salvador o Nicaragua, la gente del pueblo se levantaba contra un dictador, pero en los Balcanes era más difícil de saber.

¿Se ha jugado la vida?

No soy muy partidario de recordar a mis amigos y compañeros de profesión muertos, pero soy consciente de que he tenido mucha suerte porque he vivido algunos momentos en los que estuve muy cerca de no poder contarlo. En este trabajo vas a sitios de los que todo el mundo se marcha, y los que no lo hacen es porque simplemente no tienen ningún lugar adónde ir.

¿Cómo lo hace en un día de ‘trabajo’ para irse a dormir y conciliar el sueño después de ver tanta desgracia y sufrimiento?

Antes de irme a dormir me miro al espejo y me pregunto si aquel día he hecho algo de lo que me pueda arrepentir. Además, como me levanto el primero y me acuesto el último, acabo cansadísimo. Tengo la conciencia tranquila, aunque uno no se acostumbra nunca a la violencia. Sigue impactándome lo que veo y me emociono en los momentos más duros.

¿Siente impotencia ahora con todo lo que ocurre en Israel y Gaza?

Lo que más impotencia me produce es que hubo un momento de la historia en el que se pudo llegar a crear un estado palestino a través de los acuerdos de Oslo en 1994, pero diversos sectores israelís impidieron que se pusieran en marcha porque hay gente que vive mejor en guerra. La paz no es perfecta, la guerra sí. Con los años me he vuelto pesimista. Preferimos matar antes que morir, por pura supervivencia.

¿Todo vale en esta profesión por conseguir una foto exclusiva?

No, no. Todo no vale. En este trabajo no me gustan los periodistas que beben o se drogan y los que hacen trampas. A los primeros los comprendo, por el miedo. Pero lo otro no lo acepto de ninguna manera. A veces he tenido que denunciarlo. Este oficio es muy importante y no puedes jugar a sembrar dudas sobre tu trabajo. Y harías un flaco favor a la sociedad, y también a los compañeros que han muerto.

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