ENTREVISTA PUBLICACIONES
David Madí: «No hay calidad democrática por la impunidad funcionarial»
Pocas personas conocen tan bien las entrañas del ‘procés’ como David Madí, que narra algunas de sus claves en la “novela de no ficción para adultos” ‘Merèixer la victòria’ (Columna, 2024), que debe título y portada a su admirado Churchill: toda una declaración de intenciones. Explica que ha seguido la técnica narrativa de ‘Anatomía de un instante’ de Javier Cercas, un autor a las antípodas de su ideología con el que comparte el género literario y el desenmascaramiento de algunas grandes mentiras que han marcado la historia de este país.
Madí aporta calidad narrativa a su relato con la frecuente utilización de escenas de películas del cine clásico (¡y qué películas!), y entonces vemos a un Oriol Junqueras cuyas dotes teatrales recuerdan al Charles Laughton de Tempestad sobre Washington; y a un Artur Mas cuyas formas expeditivas remiten a Quentin Tarantino, en contraposición a las de un Jordi Pujol que te convencía de lo que quería con una brillante disertación con el Frankfurter Allgemeine Zeitung en mano; y los días previos al 1-O recuerdan el nido de espías de la Casablanca de Bogart i Bergman; y los posteriores te llevan al Berlín de la Guerra Fría de Uno, dos, tres del dios Billy Wilder; y la suspensión de la declaración de independencia provoca un alivio comparable al que sintió Kirk Douglas cuando supo que no tenía que salir de la trinchera en medio del fuego enemigo en Senderos de gloria.
Cuando cierras el libro, la tesis general te queda clara: España no negocia.
Este es un libro escrito contra el infantilismo del catalanismo. El hilo conductor dice que merecer la victoria no es solo tener razón o hacer grandes manifestaciones. Todo eso es importante, pero insuficiente. Los catalanes tenemos una cultura de la resistencia, pero resistir es lo contrario de ganar.
Porque durante 300 años no hemos tenido poder.
Es evidente. El catalanismo, durante buena parte de esos 300 años, quizás 270, ha sido expulsado del poder, y eso confiere una cultura de la resistencia que es nuestra zona de confort, pero ganar requiere un plus.
Es un libro generacional que empieza en la campaña del ‘Freedom for Catalonia’ durante los Juegos Olímpicos de Barcelona.
Sí. Sitúo el origen de las distintas piezas que van configurando el escenario de lo que sería el procés como una propuesta generacional. La generación dels avis fue extraordinaria. Aguantó los 40 años de franquismo y desarrolló desde la nada una cultura de poder. Nosotros teníamos el propósito de alcanzar el penúltimo escalón para que la siguiente generación rematara el trabajo.
Relata usted en el libro un encuentro de Pujol con los entonces jóvenes miembros del ‘pinyol’ en el que el president les advierte que España no negocia.
Pujol es un independentista que viene de la generación que ha vuelto a poner en marcha el país. Toda generación precedente tiene derecho a creer que más allá no se podrá llegar, y la siguiente a creer que sí.
¿Tenía razón Pujol?
España tiene una cultura del poder como nación forjada en mil batallas que ha tenido un imperio, y eso es como aquel al que le han cortado un brazo y lo sigue notando. La suya es la cultura de la fuerza.
Describe usted lo que califica como el “quinquenio cainita” post 1-O y plantea una triple alternativa: “no farem res, ho tornarem a fer o ho farem d’una altra manera”.
“No farem res” es muy simple. Se trata de seguir como ahora.
Sobre la tercera posibilidad, “ho farem d’una altra manera”, habla de una serie de condiciones como el concierto económico y también de la creación de un delito contra los abusos de funcionarios.
Esa es una cuestión que está muy de actualidad porque yo soy del club Volhov [ríe], que ahora mismo es el caso de lawfare por excelencia. Los que llevamos 5 años aguantando a este juez [Joaquín Aguirre] sabemos que se ha utilizado la guerra sucia en todos los niveles. Judicial, policial, de Hacienda..
¡A la que compara con la Inquisición!
Porque he padecido mucho sus métodos inquisitoriales. Toda esta guerra sucia está protagonizada por un grupo de altos funcionarios que en lugar de servir el Estado, lo poseen, y que son capaces de vulnerar todo lo que constituye el estado de derecho por la unidad de España. Todos los demócratas, de derechas o de izquierdas, independentistas o unionistas, estamos interesados en tener una democracia de mayor calidad, y eso no se logrará si no se rompe la impunidad funcionarial. Debería existir un delito de abuso de funcionario público. Solo así se parará a los grandes y pequeños villarejos que hay en este país, que son un montón. Ahora que el fango llega a otros me viene a la cabeza, insistiendo en un símil cinematográfico, la mítica escena de Casablanca: “¡Qué escándalo! ¡Aquí se juega!”.
Habla usted de “la gran mentira” del rey en relación al 23-F.
Hay unas cuantas mentiras curiosas en España. El papel del rey en el 23-F, la Reconquista no existió y las Canarias no están donde dicen que están [ríe].
¿Cómo ha podido taparse mediáticamente durante décadas la mentira del rey?
¿Estamos fuera? [Señala la grabadora. La paré y me lo contó].