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TRIBUNALES SENTENCIA

El maquinista del Alvia y un exalto cargo de Adif, condenados a cárcel

Dos años y medio cada uno por 79 delitos de homicidio y 143 de lesiones por imprudencia grave

Dos estudiantes de la UdL y un niño nacido en Vielha murieron

Homenatge dimecres a Santiago de Compostel·la a les víctimes en l’onzè aniversari.

Homenaje el miércoles en Santiago de Compostela a las víctimas en el undécimo aniversario. - EUROPA PRESS

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El juzgado de lo penal número dos de Santiago ha condenado a dos años y medio de cárcel a Francisco José Garzón Amo, maquinista del Alvia que descarriló en Santiago el 24 de julio de 2013, y al entonces director de Seguridad en la Circulación del Adif, Andrés Cortabitarte. La pena es por la comisión de 79 delitos de homicidio y 143 de lesiones por imprudencia grave. Además, se les ha inhabilitado a ambos para el ejercicio de sus profesiones durante cuatro años y medio y se les ha impuesto el pago de una indemnización, con responsabilidad civil directa de las entidades QBE y Allianz Global, aseguradoras, respectivamente, de Renfe Operadora y Adif, de más de 25 millones de euros a las víctimas de ese siniestro ferroviario.

El descarrilamiento en Santiago de Compostela dejó entre sus víctimas a dos jóvenes estudiantes que acababan de terminar el tercer curso de Medicina en la UdL. Se trata de David Martín, joven de 21 años, natural de Bohonal de Ibor (Cáceres), y de su novia Laura Naveiras Ferreiro, natural de Galicia y de la misma edad. La pareja se dirigía a visitar a la familia de la joven en plenas fiestas del patrón de Galicia, Santiago. En la tragedia falleció también un niño de 13 años nacido en Vielha, aunque en el año 2003 sus padres y él regresaron a Galicia.La magistrada María Elena Fernández Currás identifica como causas del descarrilamiento ocurrido en la curva de A Grandeira, a la altura del barrio de Angrois, la ausencia de medidas para mitigar el riesgo de circular con un sistema de seguridad “que dejaba toda la responsabilidad en manos del conductor” y al “descuido” de este último al recibir una llamada del interventor de a bordo, Antonio Martín Marugán. La jueza considera acreditado que, además de la llamada de 100 segundos recibida por el maquinista, que hizo que se despistase, otra de las razones por las que el tren pudo haber tomado el giro próximo a la estación a una velocidad en la que el descarrilamiento era “seguro” -176 kilómetros por hora- fue que “no había nada en la vía que lo protegiese en caso de que, por cualquier causa, el maquinista no cumpliese” con la velocidad máxima de 80 kilómetros.

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