TERRITORIO SEGURIDAD
Alemania inicia entre críticas el control 'duro' de fronteras
Extiende las inspecciones para frenar la inmigración ilegal. Los países vecinos denuncian el golpe a la libre circulación
Alemania inició ayer los anunciados controles en todas sus fronteras terrestres en virtud de unas nuevas medidas con las que el Gobierno de Olaf Scholz busca reducir la llegada de inmigrantes y contener posibles riesgos vinculados al terrorismo yihadista, pero que han generado malestar enlos países colindantes. Alemania ya disponía de controles en las fronteras con Polonia, República Checa, Suiza y Francia, pero ahora se extienden a Luxemburgo, Bélgica, Países Bajos y Dinamarca. Las medidas estarán en vigor durante seis meses, y pueden prolongarse.
La Policía comenzó a hacer inspecciones aleatorias en vehículos en los pasos fronterizos, y ya ha anunciado que trabajará para que estas operaciones “impacten lo menos posible” en la vida cotidiana de las personas. Los controles serán flexibles y se instalarán allí donde la Policía tiene conocimiento de que hay un particular flujo migratorio irregular y se inspeccionarán exclusivamente aquellos vehículos que despierten sospechas.Este tipo de chequeos ya se implantaron en las fronteras orientales y meridionales de Alemania a finales del año pasado y no han causado colas significativas en los pasos fronterizos con Polonia, República Checa, Austria o Suiza. En este periodo, según el ministerio del Interior, se rechazó a unas 30.000 personas que carecían de la documentación necesaria para ingresar al país. El endurecimiento de los controles implican una ruptura de la libre circulación en el espacio Schengen, por lo que Berlín ha tenido que notificar sus razones a la Comisión Europea. En teoría, sólo pueden aplicarse este tipo de medidas en caso de extrema necesidad y como último recurso. El refuerzo de la vigilancia llega tras varios ataques con cuchillo por parte de inmigrantes y del repunte del debate político en torno a la necesidad de endurecer la política migratoria. Países vecinos han cargado contra Berlín, mientras que dirigentes como el húngaro Viktor Orbán afirman que Alemania aplica ahora las políticas que él lleva años reclamando.