ESNOTICIA
Así conjuró Lleida el riesgo de inundación de sus ríos
Canalizaciones, parques fluviales y rebaja de lechos en Lleida, Balaguer, La Seu d'Urgell y Agramunt reducen amenaza
En las últimas tres décadas, la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE) y la Generalitat han ido implementando diversas medidas para conjurar el riesgo de inundación en cuencas como la del río Segre, escenario en noviembre de 1982 de una mortífera crecida de 3.100 m³/s. Estas actuaciones incluyen la regulación del caudal en el tramo medio, principalmente con la presa de Rialb, y la creación de espacio para que el agua circule tanto en el curso bajo como en el alto.
En el curso bajo, se han realizado canalizaciones en Lleida y Balaguer, mientras que en el alto se ha habilitado un cauce alternativo en el Parc Fluvial de La Seu d'Urgell. Estas intervenciones han dado holgura a la circulación del agua, reduciendo así el riesgo de desbordamientos.
63 tramos de río con riesgo elevado
A pesar de estas actuaciones, la CHE contabiliza en Lleida un total de 63 tramos de río con una longitud conjunta de 213,11 kilómetros en los que el riesgo de inundación es elevado. La mitad de ellos, 30 que suman 107,8 km, se encuentran en el Segre, mientras que el resto se reparten entre las cuencas del Pallaresa (16 y 45,7), el Ribagorçana (11 y 17,9) y el Garona (6 y 41,6).
Estas zonas, cuya extensión está siendo revisada por la CHE dentro del proceso de establecimiento de las áreas de flujo preferente, y otras expuestas a las crecidas de barrancos se ubican en los municipios obligados a disponer de un plan de inundación. Sin embargo, diez de ellos no cumplen con esta exigencia, mientras que otros 42 lo tienen en fase de revisión.
Adaptación a la mayor torrencialidad de las lluvias
La lista de municipios podría aumentar una vez que la Generalitat haya revisado los umbrales de riesgo para adaptarlos a la mayor torrencialidad de las lluvias. Esto puede afectar a cascos urbanos expuestos a barrancos, torrentes, rieras y ríos de bajo caudal, algo que quedó patente en poblaciones como Agramunt, donde tras la crecida mortal del Sió de 2015 se rebajó el cauce en el Pont de Ferro y se abrieron los tres ojos del Romà para dar más espacio al agua.
Fuentes de la CHE señalan que "los núcleos urbanos deben protegerse y disponer de un mayor margen de maniobra para avisar a Protección Civil" en caso de emergencia. Asimismo, recomiendan tras los episodios de lluvia intensa "actuar en las ramblas de los montes y en los cauces, retirando las obstrucciones causadas por los sedimentos y los restos vegetales depositados en el transcurso del evento".
Jornada sin incidentes significativos
Durante la jornada de ayer, los pluviómetros de Alguaire y Seròs marcaron las precipitaciones más intensas, con 28,9 y 28,2 litros por metro cuadrado respectivamente. Ambas localidades se encuentran en la comarca del Segrià, al igual que Maials (22,5) y Vilanova de Segrià, las otras dos poblaciones en las que, junto con Mollerussa (25,5), se superaron los veinte litros.
Las previsiones apuntan a una jornada similar para hoy, con pronóstico de posible lluvia pero no en cantidades elevadas. Fuentes de Endesa explicaron que a lo largo de la jornada apenas se registraron cortes del suministro relacionados con las precipitaciones en Lleida y desvincularon de estas los registrados en la capital.
Contexto histórico y geográfico
La cuenca del río Segre, ubicada en la provincia de Lleida, España, ha sido históricamente vulnerable a las inundaciones debido a su orografía y a la influencia del clima mediterráneo. La crecida de noviembre de 1982, que alcanzó los 3.100 m³/s, es un claro ejemplo de la magnitud que pueden alcanzar estos fenómenos en la región.
Las intervenciones realizadas por la CHE y la Generalitat en las últimas décadas han buscado mitigar el riesgo de inundación mediante la regulación del caudal, la canalización de los cursos fluviales y la creación de espacios alternativos para el flujo del agua. Estas medidas se han implementado en diversos puntos estratégicos de la cuenca, como Lleida, Balaguer, La Seu d'Urgell y Agramunt.
Sin embargo, la adaptación a la creciente torrencialidad de las lluvias, asociada al cambio climático, supone un nuevo reto para la gestión del riesgo de inundación en la región. La revisión de los umbrales de riesgo y la protección de los núcleos urbanos expuestos a barrancos y ríos de bajo caudal se perfilan como tareas prioritarias para las administraciones competentes.