Controlar todo el proceso productivo facilita garantizar la calidad

Un palo de pajar de la economía leridana es la agroalimentación. Supone un 40% del PIB, que equivale a unos 3.000 millones de euros el año. En Ponent, son representativas firmas como Agromassot ubicada en Torre-serona. Al frente se sitúa Joan Carles Massot, miembro de la tercera generación de la familia.

¿Qué es Agromassot?

Nos dedicamos a la producción de fruta dulce y al engorde y comercialización de carne de ternera. En el caso de la fruta dulce, nos centramos en la manzana Pink Lady, pertenecemos a la asociación Pink Lady Europa y comercializamos la variedad a través de una OP de Lleida. En cuanto a la producción bovina, trabajamos con ciclo cerrado, asumiendo desde la producción, alimentación y hasta la venta del producto, acreditado con la Q de Calidad agroalimentaria de la Generalitat, una marca certificada por una empresa externa. Tenemos sala de despiece y distribuimos en el sector de la restauración, carnicerías, venta directa al consumidor final en tienda propia y venta en línea.

¿Cómo habéis evolucionado?

El origen se encuentra en los años 40, centrándonos en producción bovina y posteriormente, hace 10 o 12 años iniciamos el proceso de comercialización al consumidor final, abriendo el obrador en Torre-serona.

¿Vuestro mercado es nacional u os habéis orientado hacia mercados internacionales?

En el caso de la carne, el mercado es muy local, la provincia de Lleida fundamentalmente, aunque también comercializamos por toda Cataluña. Contrariamente con respecto a la fruta, se exporta a toda Europa.

¿Qué os diferencia de la competencia?

La gestión de todo el proceso productivo y el hecho de poder ofrecer un producto homogéneo, sobre todo en carne. Si tú controlas todo el proceso, es más fácil poder garantizar la calidad.

¿La Covid ha afectado a vuestra actividad? ¿De qué manera?

Nos ha abierto nuevas oportunidades. Si bien por una parte nos cerró una serie de mercados, como la restauración, nos abrió otras opciones con respecto al consumidor final. Al estar confinado y tener más restricciones de movilidad, se generó una necesidad, propiciando la venta a domicilio. Aunque nos habíamos planteado sacar adelante este canal de venta, era un proyecto más a medio plazo y la Covid lo aceleró. También llevando a cabo la venta directa con agrupaciones de productores, buscando sinergias.

¿Qué proyectos tenéis en cartera?

Nos enfocamos a buscar nuevos mercados y a intentar mejorar la gestión. Y cada vez más apostamos por la eficiencia energética, instalando placas fotovoltaicas. La sostenibilidad tiene que ser un objetivo que tenemos que ir consolidando porque lo pide la situación climática y la económica, ya que fomenta el ahorro energético.

Otro ámbito en que estamos trabajando es en obtener la certificación Welfair de bienestar animal. Sobre todo la distribución nos lo pide cada vez más. El sello comparte muchos requisitos con la certificación Q que ya tenemos, pero falta terminar todo el tema de la documentación.

¿Con el fin de hacer crecer la empresa, os han prestado apoyo entidades bancarias?

Creemos que para poder sacar adelante iniciativas es muy importante tener un apoyo financiero.

BBVA tiene un sistema muy eficaz y rápido, ya que, si bien es cierto que muchos proyectos son a largo plazo, algunos pueden ser de un día para otro y la entidad siempre ha tenido una respuesta rápida y eficaz.

Ha buscado el producto adecuado que nos ha encajado, tanto sea un crédito ICO como un préstamo para obtener liquidez en momentos puntuales.

Efectos de la Covid

La pandemia aceleró la implantación de la venta a domicilio.