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La mácula, en el centro de la visión

La DMAE o degeneración macular asociada a la edad, primera causa de ceguera en personas más mayores de 55 años en el mundo occidental, es una de las principales amenazas para la mácula y su incidencia va al alza por el aumento de la esperanza de vida.

Los oftalmólogos de IMO Grupo Miranza cuentan con larga experiencia y las técnicas más avanzadas para frenar problemas de retina, especialmente de la zona central, encargada de la visión de detalle.

La mácula, en el centro de la visión

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La mácula es un tejido muy delicado, ya que es la zona donde se concentran la mayor parte de conos, los fotorreceptores que nos permiten ver en “alta definición”. Estas células, de las más especializadas de todo el cuerpo, son un tipo de neuronas que transforman las señales de luz en impulsos eléctricos que después interpreta el cerebro para formar las imágenes. Tenemos entre seis y siete millones de conos, pero, si se destruyen, no se pueden volver a regenerar. Por eso es tan importante poner freno a aquellas enfermedades oculares que afectan a la mácula y que, por lo tanto, pueden repercutir muy severamente en la visión.

Atención a la DMAE

Probablemente, la más conocida es la DMAE o degeneración macular asociada a la edad, primera causa de ceguera en personas más mayores de 55 años en el mundo occidental y que, a causa del envejecimiento de la población, no deja de ir en aumento. ¿Sin embargo, se puede poner freno a este deterioro progresivo de la mácula y la consiguiente pérdida de visión? “La clave para conseguirlo es realizar un diagnóstico precoz y llevar un control exhaustivo de la enfermedad. Cuando esta entra en una forma especialmente agresiva y de progreso rápido, que denominamos DMAE húmeda, podemos tratarla con fármacos”, explica a la Dra. Anniken Burés. Según añade, “son fármacos que han revolucionado el tratamiento de la DMAE y que actúan directamente en el interior del ojo. Los administramos periódicamente en consulta, a través de una sencilla inyección que produce mínimas molestias. Para conseguir el máximo efecto, es fundamental que el paciente no se salte ninguna visita”.

Estas inyecciones intraoculares también se utilizan con muy buenos resultados ante otras patologías como el edema macular, aunque existen ciertas enfermedades de la mácula, como el agujero macular o las membranas epiretinianes, que requieren cirugía.

Más allá de la DMAE... ¿qué le puede pasar a la mácula?

  • Cuando la mácula se "encharca": si los vasos sanguíneos de la retina presentan escapes de líquido, este puede acumularse en la mácula y provocar que se inflame y deje de funcionar correctamente. Es lo que se conoce como edema macular, que puede tener causas diversas, desde una complicación de la diabetes hasta un traumatismo o una trombosis de las venas o arterias del ojo, entre otras.
  • Cuando la mácula se “rompe”: al ser la parte más delgada de la retina, también pueden producirse roturas en la mácula y ocurrir un agujero macular. En este caso, la principal causa suele ser la edad, ya que, con el paso de los años, el gel que llena el interior del ojo se contrae y se encoge, de manera que estira la retina a la que se encuentra adherido, y puede llegar a romperla.
  • Cuando la mácula se "arruga": las membranas epiretinianas maculares son un tejido fibroso que crece sobre la mácula, lo que provoca una especie de pliegues o arrugas en su superficie que hacen que la visión se distorsione o, directamente, se pierda. Es una de las afecciones retinianas más frecuentes, sobre todo a partir de los cincuenta años.

Especialistas en el cuidado de la mácula

A causa de la importancia de la mácula para disfrutar de una buena visión, conviene ponerla en manos expertas. “Cuando se trata de una microcirugía sumamente precisa y minuciosa, utilizamos sofisticados equipos de visualización en quirófano e instrumentos de mínima incisión, que nos permiten ver la mácula con gran detalle y realizar maniobras muy finas”, apunta a la Dra. Anniken Burés. No obstante, cuidar la mácula no tan sólo depende del oftalmólogo. De hecho, el papel del paciente es básico, ya que todo empieza por acudir a revisiones periódicas con el oftalmólogo, idealmente anuales, aunque no se note ningún síntoma. Sólo de esta manera es posible detectar las lesiones maculars más incipientes, cuando todavía no se traducen en pérdidas acusadas de visión y, por lo tanto, hay más posibilidades de poder atajarlas a tiempo.

Además, la Dra. Anniken Burés recomienda “hábitos saludables que benefician la salud ocular y el buen estado de la mácula, como seguir una dieta equilibrada y mediterránea, hacer ejercicio físico regular o evitar el tabaco”. Y un último apunte: hay que proteger los ojos del sol, ya que la mácula también recibe los daños acumulativos de una exposición prolongada sin protección, cosa que puede acelerar patologías como la DMAE.


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