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Lleida, refugio salvaje

Mejorar la dieta de los osos

Endesa y la Fundación Oso Pardo plantan 7.000 nuevos árboles frutales en Lladorre para enriquecer la cadena trófica y afianzar su reintroducción

El proyecto ha dado empleo a gente del territorio, contribuye a mitigar el cambio climático y permite recuperar el capital natural y la biodiversidad

Uno de los bosquecillos de manzanos y cerezos plantados en el Pirineo leridanoFundación Oso Pardo

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La población de osos en el Pirineo se está recuperando tras su virtual extinción hace poco más de 30 años. Se liberaron entonces ejemplares de origen esloveno y su población supera ya los 80 animales, aunque es mejorable su diversidad genética y la calidad de su hábitat, que está muy fragmentado. Plantar árboles frutales que forman parte de la dieta del oso pardo lejos de los pueblos es una de las acciones en las que Endesa colabora para hacer compatible su conservación con el desarrollo rural en las zonas donde habita. 

El entorno natural de Lladorre, en el Pallars Sobirà, es uno de los puntos estratégicos donde técnicos de Endesa y de la Fundación Oso Pardo, una entidad privada que trabaja para la conservación de la especie, han plantado unos 7.000 frutales de variedades autóctonas repartidos en 17 bosquecillos. El objetivo es restaurar el hábitat del oso pardo en zonas que han perdido cobertura vegetal. Alejandro Rodríguez, técnico de Medio Ambiente de Endesa, asegura que “cuando produzcanfrutos, los cerezos, mostajos y manzanos plantados abastecerán la cadena trófica del oso”, y añade que “mejorando su entorno mejoraremos también su calidad de vida al mismo tiempo que facilitamos el movimiento y la dispersión de la especie”.

El proyecto ha generado empleo local.ACN

Estos bosquecillos están repartidos entre terrenos del Parc Natural de l’Alt Pirineu y municipales, así como fincas privadas. Los conforman 1.840 manzanos de variedades tradicionales de montaña, 4.000 mostajos y 1.160 cerezos, estos dos últimos cultivados a partir de semillas de árboles autóctonos recogidas en terrenos aledaños a los lugares de plantación. Esto hace que conserven los ecotipos de la zona, lo que incrementa el éxito de la plan-tación al estar adaptados a las zonas de montaña. Personal de Forestal Catalana recogió las semillas de los cerezos y los mostajos, que fueron cultivados en su vivero forestal ubicado en Tremp para poder plantarlos después en un punto óptimo de su crecimiento. En cuanto a los manzanos, se recogieron púas, un tipo de material vegetal, para hacer injertos, por lo que los árboles plantados darán cosechas en pocos años.

Economía localPara la plantación y el mantenimiento de los bosques, Endesa ha empleado a gente del mismo territorio

Con esta iniciativa, la compañía eléctrica puso en marcha su proyecto Bosque Endesa Pirineus, que forma parte de su Plan de Conservación de la Biodiversidad y que tiene como objetivo plantar especies autóctonas para reforestar y restaurar terrenos degradados, contribuyendo así a recuperar el capital natural y dinamizar la economía local.

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Bosque Endesa Pirineus genera un triple beneficio ambiental, económico y social en los entornos donde se lleva a cabo, por lo que puede considerarse un referente en sostenibilidad. En este sentido, la compañía ha contribuido a fomentar el empleo local y contrató a personas desocupadas, jóvenes, mujeres, mayores de 45 años o en riesgo de exclusión social para las labores de plantación y mantenimiento del proyecto. Además, los bosquecillos contribuyen a la mitigación del cambio climático, pues los frutales no solo favorecen la biodiversidad de la zona, sino que también absorben y retienen CO2. En este sentido, Endesa estima que los árboles plantados en Lladorre absorberán hasta 1.665 toneladas de CO2 en los próximos 30 años, lo que equivale a las emisiones resultantes de hacer 1,7 vueltas al mundo en avión.

Evitar accidentes y proteger a los excursionistas

Un oso fotografiado en la Bonaigua.Edgar Aldana

Iniciativas como la de Bosque Endesa Pirineus podrían contribuir a que no se repitan imágenes como la de este pasado verano, cuando un oso frecuentó el Port de la Bonaigua hasta tal punto que tuvo que ser ahuyentado por las autoridades, que temían ante posibles accidentes de tráfico y por la seguridad de los excursionistas.

Alejar a los osos de los asentamientos humanos

Iniciativas similares a la de Lladorre llevadas a cabo en la cordillera Cantábrica, donde se estima que hay cerca de 400 osos, han demostrado que la abundancia de comida en su hábitat mejora el movimiento de los animales y evita que se acerquen a zonas donde la presencia humana es más habitual. 

María Gómez, de la Fundación Oso Pardo, explica que “el objetivo es aumentar su oferta de alimento, creando puntos de alimentación repartidos y siempre alejados de los pueblos para favorecer la convivencia entre humanos y osos”, y añade que “adaptar el hábitat del oso al cambio climático y mejorar su disponibilidad de alimento son aspectos claves para afianzar el crecimiento de esta especie amenazada, y cuya conservación es de interés prioritario”.

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