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Pere Valls, papel reciclado de calidad para embalar la realidad

La empresa, una de las papeleras más exitosas de España, celebrará en 2027 500 años de historia || Ofrece productos a la carta a más de 500 clientes y se especializa en bolsas para comercio y agricultura

Pere Joan i Jordi, novena generació de la firma, en un dels enclavaments històrics.

Pere Joan i Jordi, novena generación de la firma, en uno de los enclaves históricos.

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Más allá de las grandes ciudades existen relatos de empresas que valen la pena conocer. Empresas que tienen un vínculo especial con los territorios donde han edificado su particular manera de dirigirse a sus clientes. Son negocios que han contribuido al desarrollo socioeconómico de esos lugares. Es el caso de Pere Valls, que celebrará en 2027 ser una de las empresas familiares más antiguas de España.

La comarca del Alt Penedès, en Barcelona, es tierra de cavas y vinos. Impresiona también conocer que aquí, en un puñado de pueblos, se creó hace siglos un auténtico ecosistema empresarial en torno a la industria papelera. Casi una veintena de molinos con ruedas hidráulicas movidas por el agua del río se dedicaban a fabricar distintos tipos de papel desde el siglo XVIII. Cuando el hambre apretaba, también molían grano de cereal. Entre ellos se encuentra todavía en pie el molino de Cal Jan, en Sant Pere de Riudebitlles, que en breve se convertirá en las oficinas de la fábrica papelera Pere Valls.

Con documentos en latín

La novena generación de Pere Valls, encarnada en los primos Pere Joan y Jordi Valls, no se olvida de su pasado, “de cuando los traperos traían alpargatas, sacos, ropa usada y aquí se deshilachaba y se hacía papel. Aquí se fabricaba papel vegetal, con fibras de algodón, lino o esparto; se hidrataban, se cortaban y se tejían”, explica Pere Joan.

La familia Valls conserva documentos que demuestran que es una de las empresas más antiguas de España. “En la caja fuerte de la casa del molino –comenta el responsable de producción, inversiones y ventas– había un papel en latín firmado por el abad Pedro de Burgos donde daba permiso para la construcción de un molino harinero o papelero con fecha 17 de febrero de 1527.”

Con este motivo y a dos años vistas de ese quinto centenario, los responsables de Pere Valls han encargado a arquitectos e historiadores que completen la línea del tiempo que empezó en aquel molino. “Tenemos un vacío de información entre 1527 y 1716 y queremos saber detalles de aquellos primeros Valls.” A partir de finales del XIX, cuando se inventa el cartón ondulado, y después con la electricidad, la empresa se va modernizando, hasta llegar a lo que es hoy, una fábrica de papel reciclado que ofrece productos a la carta con más de 500 clientes y especializada en papel para bolsas de comercio y para agricultura.

Cada año, esta empresa familiar produce 20.000 toneladas de papel con su medio centenar de empleados y factura más de 15 millones de euros. Pero no todo han sido alegrías. Pere Joan recuerda cuando alrededor de 2005 tomaron la decisión de diversificar su negocio, que estaba centrado en el papel para cartón ondulado.

Y es cuando pusieron en el mercado una gama de papel reciclado con gramajes que van desde los 50 a los 450 gramos de grosor. “Pasamos a ser una empresa muy versátil que se apoya en distintos sectores: alimentación, agricultura, industria… El 70 % de la producción se queda en España, el 15 % va a Portugal y el resto se destina a países europeos.”

Oferta personalizada

A través de su servicio de Converting, provisto con máquinas bobinadoras, cortadoras y gofradoras, personalizan su oferta, por ejemplo, de embalaje: papel hidro cuero con tratamiento antihumedad, antideslizante para evitar el deslizamiento de carga paletizada, separadores para proteger verduras y frutas, absorbente para transporte avícola, etcétera.

Para una industria sostenible

El uso de papel reciclado como materia prima, los paneles fotovoltaicos, una estricta gestión de residuos y una producción con huella de carbono 0 después de sustituir la caldera de gas para el secado del papel por una de biomasa, convierten a Pere Valls en una industria sostenible dentro del sector. “Igual que en Andalucía se aprovechan los huesos de aceituna como biomasa, en Catalunya tiramos de la astilla de pino. Así, los incrementos de precios o los conflictos geopolíticos nos afectan menos”, asegura Pere Joan. Cada día llega a sus instalaciones un camión con 24 toneladas de biomasa forestal.

Respecto al consumo de agua, admite que gastan alrededor de 1,2 litros por cada kilo de papel, “cuando la media en el sector no puede bajar de los 5 litros. Nosotros lo hemos conseguido cerrando los circuitos, evitando las pérdidas y vertidos, recirculando el agua y trabajando con papeles que soportan mejor esa conductividad del agua”. “Con el cambio climático se producen más episodios de sequía y reducción de los caudales.”

Bici-ideas para el negocio

Pere Joan ha recorrido parte de España y algunos países de Europa moviendo los pedales. Es su gran afición, que a la vez se ha convertido en una actividad que también influye en la compañía. “Pedaleando se me ocurren ideas para el negocio, las llamo bici-ideas, la última tenía que ver con una máquina para separar la fibra por tamaños que no necesitaba energía eléctrica.”

“Se necesita mucho esfuerzo, no conozco ningún papelero que no haya dedicado con pasión toda su vida a este negocio”, repite Pere Joan. Mientras, rememora aquella adolescencia junto a la empresa familiar. “Recuerdo que cada día desayunábamos con los camioneros que venían a descargar”. A día de hoy todavía no sabe si alguno de sus hijos, Pere, Martina o María, seguirá sus pasos en Pere Valls.

Lo que más claro tienen es que cuando comience 2027, familia y empleados celebrarán a lo grande sus 500 años de historia. Mientras, acaban de participar en la feria más importante del embalaje y la logística, el All4Pack de París.

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