Lo que no vemos (o sí)
Editor de 'Vint-i-dos'
Después de la pasarela de pago que es el acceso en internet, a los datos, se nos abre un mundo de todo. Todo lo que queramos, y más, y más allá, todo. Pero hay una cosa que no vemos, o que no queremos ver porque no duele tanto si no lo vemos, que es lo que la Tierra sufre para que nosotros podamos ver una película en Netflix o HBO, ver a nuestros streamers preferidos en Twitch o publicar fotografías en Instagram. Lo hacemos todos, y no pasa nada pero quizás, con este ritmo de vida que llevamos, dentro de pocos años no habrá suficientes árboles para chupar todo el dióxido de carbono que con tanta ligereza habremos lanzado a nuestros cielos. Y que yo sepa, de momento somos una especie uniplanetària.
Las preocupaciones de la sociedad hace que las instituciones se movilicen. Que si hay demandas en materia de salud y nutrición, se crean institutos que evalúan y fiscalizan los productos de los supermercados y los catalogan con notas visibles, o en tablas de calorías y azúcares añadidos. Información para el consumidor y que después pueda escoger. Para que seamos conscientes.
El caso de que nos ocupa este número es preocupante, desde un punto de vista lógico de sostenibilidad y medio ambiente, pero también desde un punto de vista de la poca conciencia colectiva que genera este problema. Nunca es tarde, pero el mundo se tendría que empezar a conjurar para, como mínimo, poder explicarnos a los consumidores, qué supone enviar un correo electrónico o hacer una búsqueda por internet. Sobre todo antes de que nos sea completamente igual y ya lo hayamos perdido todo. Un aviso, una pantallita, una alerta o un mensaje cada vez que superamos, de forma individual, ciertas emisiones de un dióxido de carbono que, como decía, de aquí poco faltarán árboles para poderlo tragar. Nos va mucho más que ver nuestra serie preferida de Netflix.