Chiara Ferragni, la primera 'influencer' que podría salir a bolsa

Chiara Ferragni es una italiana de 33 años con 21 millones de seguidores en Instagram, empresaria, bloguera e influencer que factura más de 30 millones de euros anuales y hace años que nos demuestra que es una avanzada a los tiempos. Tanto, que desde 2015

su caso se estudia en Harvard.

¿Pero qué hacen las influencers? Pues acortan la distancia entre la vida real y el mundo de la moda, hasta ahora aspiracional. La persona se convierte en una página de publicidad viviente, un producto de marketing que tiene que cuidar muy bien su marca personal.

Vamos un

poco atrás para descubrir la clave del éxito de una chica que ha inventado una profesión con éxito, referente de muchas otras mujeres que ven que los sueños pueden convertirse en realidad.

Su infancia

está rodeada de cámaras. Su madre creía que hay que grabar siempre el pasado porque es quien nos dice quiénes somos ahora y nos da pistas de lo que seremos, e hizo una crónica, inmortalizando el día a día de la familia. La primera cámara de Chiara la consiguió con los puntos del supermercado y su padre explica que en un viaje de dos horas hizo 500

fotos.

Le gustaba

compartir estas fotos, no solo con la gente más próxima, sino con desconocidos. Por eso, a los 16

años empezó a adentrarse en el mundo de las redes sociales, que la han convertido en una figura conocida mundialmente.

La primera

red social que utilizó fue Duepuntozeo, después Flickr, que ella convirtió en un lugar donde compartir su vida, aunque la red no estaba pensada para eso y los primeros haters aparecen. El siguiente paso fue la creación de su propio blog, llamado The Blonde Salad (la ensalada rubia). Con menos de 25 años ya tenía un equipo de 10 personas que trabajaban con ella, todas menores de 30

años.

En su

primer mes, el blog recibió 30.000

visitas. No olvidemos que en aquel momento muy poca gente entendía este mundo. Un blog no era conocido como lo es hoy en día.

Mientras tanto,

la industria de la moda la miraba de reojo. Estaban cambiando los juegos de poder en una industria donde la digitalización no era una prioridad. Algo se movía, y la industria tenía que abrir los ojos.

Llegaron las

primeras invitaciones a los desfiles importantes, como la Fashion Week de Milán, y colaboraciones en prensa y televisión, y mientras tanto los comentarios negativos de la gente que no entendían el valor que Chiara aportaba crecían y crecían sin cesar.

Hoy, el blog The Blonde Salad se ha convertido en una web de venta en línea y también contiene toda una serie de otras líneas de negocio, que están vinculadas con negocios digitales.

Por otra parte, Chiara tiene una segunda empresa, Chiara Ferragni Collection, una marca de zapatos, ropa y accesorios que nació en el año 2013

.

En

2012 descubría Instagram –la red que le ha cambiado la vida–, y el primer día ya tenía más de 5.000

seguidores. Ella es un ejemplo de la Generación Millennial, hecha a sí misma y que ha cambiado la manera de relacionarnos con las marcas. Chiara finalmente se ha convertido en un referente, una motivación, una muestra de que los sueños se pueden hacer realidad, así como un ejemplo de empoderamiento femenino con recursos para afrontar los retos que tengan que venir. El sueño de muchas chicas.

Es la influencer más conocida pero no es la única. Muchas marcas se dirigen a los famosos de las redes sociales para aumentar las ventas o la notoriedad de sus productos. Casos como los de Dulceida, María Pombo, Rocío Osorno, Paula Echevarría, Laura Escanes o Sara Carbonero son un buen ejemplo.

El próximo

reto podría ser salir a bolsa y monetizar su imagen creada con mucha constancia y ojo.

Las rubias

no son tontas