Privat
Sin comida, no hay goles
Un clásico es un clásico. Y hay quien es capaz de hacer el agosto por más niebla y más frío que haga. Ayer, en algunos bares de Lleida la consigna era clara: si no se come, no hay mesa para ver el partido. El resultado hizo que el bocata obligado supiera a gloria en territorio culer. Vivir una pesadilla blanca antes de Navidad bien vale una consumición. La felicidad no es cara.
Tres goles y tres diputados
Un segundo después de que finalizara el partido,