El testimonio de una leridana en el atentado de Estrasburgo
ASESORA DEL GRUPO DE LOS SOCIALISTAS Y DEMÓCRATAS EN EL PARLAMENTO EUROPEO
Día gris y triste en Estrasburgo.
El ruido de sirenas y helicópteros sobrevolando la ciudad ha dado paso al silencio profundo de calles vacías, presas por el ejército y la policía. El transporte público empieza a reanudar su marcha. Ha sido una noche convulsa, llena de nervios e incertidumbre, pero también de determinación. La determinación y sangre fría necesaria para no dejarse vencer por el miedo. Las 20.05 h, somos en el centro de Estrasburgo y nos enteramos de las primeras confusas informaciones.
Buscamos un lugar seguro donde refugiarnos y no movernos hasta que las fuerzas de seguridad nos lo indiquen. No es la primera vez que vivo una situación como esta, aunque es imposible acostumbrarse. La memoria me lleva al año 2016 a Bruselas, o a Londres en julio del 2005. Se repite la secuencia: nos damos cuenta de que podíamos haber sido cualquiera de nosotros, nos apresuramos a contactar con aquellos que conocemos que podían haber estado por la zona y nos aseguramos de que están bien. Entonces empezamos a responder a las personas más próximas que se han enterado de lo que ha pasado y que sufren por ti.
Después de horas de tensa espera, volver a casa es siempre una odisea sin transporte público ni taxis. En medio de riadas de gente, toca caminar y fuerza, en medio de la gélida noche. Pero un nuevo día empieza y la ciudad se despierta todavía atemorizada. Todavía en estado de shock, vamos al trabajo con la voluntad de trabajar con normalidad en esta situación tan excepcional. Me siento profundamente privilegiada de trabajar en el Parlamento Europeo, que nos recibe con las banderas francesa y europea ondeante en medio palo y nos recuerda qué ha pasado. Estamos en Estrasburgo, la ciudad de la paz. No es casual que el Parlamento Europeo esté situado en esta ciudad símbolo de la reconciliación europea.
En esta ciudad de Alsacia, las personas y las calles son bilingües (francés y alemán). Heredera de su historia, esta región fue una de las más discutidas en las guerras del siglo XIX y XX, donde se acumularon más muertos y que tantas veces fue francesa como alemana. Desde la certeza de que quien atenta quiere infundirnos miedo, y desde la convicción de que no permitiremos que ganen la partida. Desde la institución que representa la ciudadanía europea, la casa de la democracia, del diálogo y del acuerdo. Desde aquí reivindicamos más que nunca los valores con que se fundó la Unión Europea: una unión de valores, derechos y libertades.
El mejor homenaje que podemos hacer a las víctimas y a sus familias es la unión de todos aquellos que pensamos que la paz, el respeto y la solidaridad es el futuro que deseamos.