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Todos nosotros, de una forma u otra, estamos padeciendo las consecuencias personales, económicas o sociales del coronavirus. Cada uno aguanta su vela, pero está claro que todo el personal sanitario, desde médicos y enfermeros hasta auxiliares de clínica y cuidadores de residencias, es el bastión del que dependemos todos y de ahí que de forma espontánea miles de personas salgan cada noche al balcón para decirles alto, muy alto, “moltes gràcies”. Por este motivo duele tanto verles desesperados por la falta de material para hacer frente al Covid-19. ¿Cómo es posible que falten mascarillas cuando hace ya más de un mes que se sabía seguro que íbamos detrás de Italia? Y suerte tenemos de tener una sanidad pública de primer nivel. Imagínense en el tercer mundo...

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