Privado
M.A.M. para siempre
El número de asistentes a un funeral no siempre indica al cien por cien la valía o estima que se tenía al difunto, ya que estatus, familia o popularidad también influyen. La prueba del algodón del aprecio al fallecido son las lágrimas que derraman los presentes. Y ayer, en la iglesia de Sant Ignasi de Loiola, en la que no cabía un alfiler, hubo un mar de lágrimas que demuestran, una vez más, que Miquel Àngel Martín, como su nombre de pila indica, era un ser luminoso y esencialmente bueno. Le recordaremos siempre.
Una ministra de palabra
La vicepresidenta y ministra de Economía, Nadia Calviño, dijo que no se volvería a hacer ninguna foto donde fuera la única mujer y lo cumplió ayer en el Madrid Leaders Forum.